Lectura (Lectio) En todo momento el Señor sobrepasa nuestras mezquinas expectativas y proyectos personales individualistas. Él sigue llamando, invitando a trabajar en su viña. Me sitúo ante el texto con una actitud de escucha creyente de la Palabra.

Meditación (Meditatio) Esta parábola contiene una enseñanza sobre el Reino de los Cielos que sólo encontramos en este evangelio de Mateo. La escena que se describe era habitual: cada mañana, muchos hombres esperaban ser contratados para trabajar a lo largo de esa jornada y así ganar el sueldo para la subsistencia de su familia. Pero Jesús introduce en la historia dos elementos sorprendentes. En primer lugar, el propietario sale cinco veces a lo largo del día y por insólito que parezca incluso al caer la tarde aún contrata, sabiendo que no van a poder rendir mucho en el trabajo. En segundo lugar; con los contratados al amanecer se pacta el jornal en un denario, pero con los demás no se acuerda cantidad alguna. La expectación que crean estos hechos hace que los oyentes presten especial atención. En la segunda parte de la historia hay dos momentos sucesivos: el pago de los salarios y el diálogo entre el propietario y los trabajadores de la primera hora. La idea de que los últimos serán los primeros está en el centro del pasaje (Mt 20,8). Siguiendo las órdenes del dueño todos reciben un denario y además los primeros en cobrar son los que se incorporaron al trabajo al final del día. Esto hace que los trabajadores de la mañana piensen que recibirán más, sería de justicia: a más trabajo, más jornal. Pero después de dos preguntas retóricas, se expresa la razón última de este comportamiento que va más allá de la mera justicia y de la lógica humana, (“yo soy bueno”), incluso hay un apunte sobre la encubierta envidia de los que reclaman. Los cristianos a quienes Mateo dirige su evangelio entendieron la doble enseñanza: ellos que procedían del judaísmo no se debían sentir superiores a los hermanos que venían del paganismo; ni se podían considerar más importantes los miembros de la comunidad que desempeñaban una tarea más activa de evangelización que aquellos otros “pequeños” que prestaban un servicio más discreto.

Oración (oratio) Dios llama una y otra vez a lo largo de nuestra historia. ¿A qué me llama Dios en este momento de mi vida? En la intimidad de la oración me abro a las mociones del Espíritu Santo.

Contemplación (contemplatio) En el silencio del corazón me detengo saboreando eso de que “Al atardecer… el Señor nos pagará el jornal”. Callo, adoro y agradezco.

Compromiso (actio) ¿Quiénes son los últimos en la sociedad, en mi familia, en mi comunidad cristiana? ¿Qué estoy haciendo para que sean los primeros en mi vida?