NoticiaOpinión Apóstol de la clase obrera Publicado: 03/02/2013: 10212 Guillermo Rovirosa nace en Vilanova i la Geltrú en 1897. Estudia ingienería industrial. Se establece en París el año 1930, declarándose ateo. Un día entra en una iglesia y escucha al arzobispo de París, cardenal Verdier, causándole un gran impacto sus palabras: “El cristiano es un especialista en Cristo.. El mejor cristiano es el que más sabe de teoría y práctica de Jesús”. Y Guillermo se pregunta en su interior: Yo ¿qué sé de Jesús?, ¿por qué ataco lo que no conozco? Estas preguntas le impulsaron a conocer y a amar a Jesús. A mediados del año 1933, él y su esposa deciden regresar a Madrid. Vive la Guerra Civil y es encarcelado por ser dirigente del comité obrero de la empresa donde trabajaba. Después de un año preso se consagra al mundo obrero. Pasó muchos meses en un sótano estudiando teología, profundizando y escribiendo sobre cuestiones obreras. El año 1940 entra a formar parte de la Acción Católica, en la vocalía de acción social. Contacta con los religiosos asuncionistas de la parroquia del Dulce Nombre de María en el barrio de Vallecas. Allí vive la tragedia de centenares de hombres y mujeres que, en desbandada, huyen de la miseria y del hambre que sufrían en sus lugares de origen, y pasaban a formar parte de las legiones de obreros fabriles, formando focos de chabolismo. Entonces Rovirosa descubre la miseria del proletariado y se afianza su segunda conversión: conversión al mundo obrero. Él mismo dirá: No cabe apostolado cristiano alguno en el mundo del trabajo si no se toma como centro al obrero, sus sufrimientos, sus ansias de elevarse, sus capacidades de regirse a sí mismo… Ellos y solo ellos son los que pueden guiar al mundo del trabajo, dolido de humillaciones, de marginación, de violación de su dignidad en todos .los terrenos. Un viernes santo Rovirosa predica un Vía Crucis por las calles embarradas de Vallecas. Decía refiriéndose a Jesús: Primero nos lo mataron y ahora nos lo han robado. Aquellos pobres obreros no sabían qué decir. Descubrieron que aquel Jesús crucificado era de ellos más que de nadie. Impulsado por el cardenal Pla y Daniel se acuerda la fundación de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). A ella va a dedicar Rovirosa toda su vida. Unido a los curas Luis Medina, Tomás Malagón y Merino irán creando una plataforma estable, seria y bien formada para liberar, desde el evangelio, a la clase trabajadora de nuestro país. Rovirosa fue un gigante en todos los sentidos. Fue un innovador, un precursor. Sus pasos de gigante –dirá Ripoll- iban muy por delante de los pasitos de enano de muchos… Rovirosa será un referente de militante obrero cristiano. Hace unos años se ha iniciado su proceso de canonización. José Sánchez Luque es sacerdote diocesano Autor: José Sánchez Luque