NoticiaCáritas 25 años sembrando esperanza en Colichet Publicado: 24/04/2017: 10604 “Vive, sueña y vuela…”. Éste es el lema con el que Colichet quiere conmemorar sus veinticinco años de historia como hogar, el hogar que Cáritas puso en marcha para ofrecer una respuesta a las personas enfermas de sida. Para celebrarlo, este sábado 29 de abril han celebrado la Eucaristía todas las personas que han formado parte de esta gran familia. Casi 400 personas protagonizan los 25 años de vida de la Casa Colichet En la creación de esta casa tuvo mucho que ver el doctor Francisco Gómez Trujillo, que además de atender a los enfermos de sida mientras estaban en el hospital, se preocupó por el futuro de aquellos pacientes a los que se les daba el alta y no contaban con un lugar donde pudieran ofrecerles todos los cuidados que necesitaban. Él fue la persona que se empeñó en hacer posible este proyecto. Para ello llamó a todas las puertas necesarias, arropado por un equipo de compañeros. Gracias a su implicación y compromiso consiguieron que en el año 1992, siendo obispo de Málaga D. Ramón Buxarrais, se acondicionara este antiguo cortijo y se instalaran cuatro Hijas de la Caridad dispuestas a ofrecer todos los cuidados necesarios a estos enfermos. Durante los primeros años también desempeñaron una gran labor los Hermanos de San Juan de Dios, que hacían turnos para velar por las noches, y un grupo de voluntarios de las Juventudes Marianas Vicencianas. «Al principio, fallecían dos y tres personas por mes. Su estancia era muy corta porque no había tratamientos útiles. Desde el año 1996 los avances médicos cambiaron el panorama por completo y se ha ido consiguiendo que la enfermedad se haga crónica. Mientras antes los acogidos podían llegar a tomar hasta veinte pastillas diarias, ahora han logrado que con una sola, tengan mejores resultados que antes», comenta Sor Juana, uno de los pilares básicos de este centro, no solo por el testimonio que ha dado con toda una vida de entrega, sino por la valiosa tarea que ha realizado como médico. «El sida era una enfermedad que daba pánico» Sor Juana, Hija de la Caridad, fue la primera directora de Colichet, y la única religiosa que continúa en la casa desde el principio, nos cuenta que «los primeros años fueron muy difíciles porque había mucho desconocimiento. Sin embargo, en Churriana nos acogieron muy bien, a pesar de que era una enfermedad que daba pánico». La casa con la que nos encontramos hoy, llena de luz y alegría, nada tiene que ver con los comienzos, cuando la triste realidad es que la enfermedad acababa con ellos en muy poco tiempo. Ahora son los propios residentes los que la llenan de vida gracias a una infinidad de talleres que realizan con la ayuda de los voluntarios. También el jardín se ha convertido para ellos en una maravillosa terapia. Siembran, riegan y hasta fotografían cada rincón del mismo, y no es para menos. Miguel Ángel Pérez es uno de los colaboradores más veteranos. Él también está a punto de celebrar sus bodas de plata como voluntario, pues llegó a Colichet cuando acababa de convertirse en casa de acogida. Les acompaña, charla con ellos y pone en marcha todo tipo de creativas actividades, como la músico-terapia, que les hagan más llevaderos los días complicados. Como él, siempre ha habido un amplio equipo de voluntarios que desempeñan una labor impagable. Su generosidad y compromiso les anima a ayudar a quienes tanto los necesitan. El cariño y la complicidad es mutua, algo que se refleja en sus rostros, en sus gestos y miradas. Además, cuentan con un equipo de profesionales sanitarios con verdadera vocación, que los atienden diariamente, aportando mucho más que su cualificación técnica. Hay algún acogido que lleva hasta quince años viviendo en la casa, aunque lo habitual es que cada año se incorporen personas nuevas y otras se marchen, pues sólo disponen de trece plazas. Desde su creación, se han acogido a 352 personas (278 hombres y 74 mujeres). Lazos familiares Cuando los enfermos mejoran y tienen posibilidad de rehacer sus vidas porque cuentan con el apoyo de familiares o amigos, se les anima a dar este paso. Una de las prioridades para todo el equipo es restablecer los lazos familiares. En todos estos años han localizado a muchos de sus parientes y se han vivido escenas imborrables: de encuentros familiares, de superación, de lucha, etc. Francisca Cabello empezó a trabajar como enfermera en el año 2002 y en el 2006 fue nombrada directora. Paqui, como “sus chicos” la llaman, pone en su trabajo una gran vocación y se desvive por ofrecerles los mejores cuidados. «Aquí llegan personas muy rotas, por tanto, no basta con atender solo lo físico. Tenemos que atender todas las dimensiones de la persona. El principal problema con el que nos encontramos una vez que se recuperan, es que no sabemos hacia donde orientarles, ya que no existen recursos específicos para que se puedan reinsertar en la sociedad y llevar una vida lo más autónoma posible».