Vida Diocesana La decimoquinta estación Publicado: 31/03/2016: 1469 Llevo muchos años recorriendo el camino del Vía-Crucis malagueño. Lo hago con cierta frecuencia. Lo menos seis o siete veces en el año. Una veces, las más, lo transito en compañía de un grupo de personas a primera hora de la mañana. Otras, cuando voy solo, normalmente me encuentro las puertas de acceso al monte Calvario cerradas y tengo que recurrir a entrar por la puerta falsa, a través de los caminos perdidos por el monte. La primera vez que lo disfruté fue hace casi cincuenta años. No lo olvidaré jamás, eran las siete de la mañana de un viernes de junio del 70. Me encontré con un centenar de personas que subían en silencio desde la primera estación, en la puerta de San Lázaro. El camino discurría por la calle de la Amargura, rodeaba el viejo Hospital Militar y serpenteaba por el monte a través de un camino lleno de pencas que lo delimitaban. Cada centenar de metros, aproximadamente, se encontraba una cruz que marcaba cada una de las estaciones. La decimocuarta se encontraba en la puerta de la vieja capilla que, por una rezongante y somnolienta guardesa, se abría para permitirnos celebrar la Eucaristía. Allá a las ocho de la mañana. Después, se deshacía el encuentro y los asistentes al Vía-Crucis se dirigían a las churrerías de la zona. Alguna de calle la Victoria abría antes para atendernos. Hoy en día han cambiado un poco el continente y el contenido. Se ha vallado el monte, se ha diseñado una carretera asfaltada, ha desaparecido la tercera estación y se ha ampliado, y cerrado, la capilla. El contenido es similar. Se siguen recitando una a una las estaciones y se culmina con la decimocuarta estación en la que se desgrana una larga oración compartida, que recupera a los asistentes del esfuerzo realizado. A mí, personalmente, de lo que más disfruto, es de la bajada. De pronto nos encontramos con la visión de Málaga como si desde un “dron” se tratara, o “a vista de pájaro”, como se decía antes. Y siempre digo lo mismo, para dentro o para fuera, a viva voz. Ahora viene la decimoquinta estación: JESÚS HA RESUCITADO. Si Cristo no hubiera resucitado, vana es nuestra fe, dice el Apóstol. Para mí es el encargo más importante que proviene de una Pasión, que se vive a tope. De unos lutos y sufrimientos que nos invaden, pero que se quedan ahí. ¡“Qué lastima de hijo”!, que decía un cura amigo mío. Ahora ha resucitado en ti y en mí. En todos cuantos nos llamamos cristianos y, por consiguiente, imitadores del estilo de vida de Jesús. Para mí, las catorce primeras estaciones se pasan sin dificultad. La que da nuestra talla es la decimoquinta. Ahí me quiero ver, ahí quiero ver a Málaga y a los malagueños. HipócritasNadie es profeta en su tierra Comentar artículo Título de un comentario. Este bloque solo estará disponible en los artículos de tipo BLOG y no en los de Diócesis, Noticias o Html/Varios Nº 2 | Nombre de usuario (08/01/2014 15:02) DENUNCIAR COMENTARIO Este bloque solo estará disponible en los artículos de tipo BLOG y no en los de Diócesis Nº 2 | Nombre de usuario (08/01/2014 15:02) DENUNCIAR COMENTARIO Comentario: Nombre: Email: Acepto las Condiciones de uso La dirección IP de su ordenador quedará registrada al realizar el comentario de cara a su identificación por si fuese necesario. RECUERDE: - Estas opiniones pertenecen a los lectores y no a la Diócesis de Málaga - No está permitido hacer comentarios injuriosos o contrarios a la libertad de expresión. - La Diócesis de Málaga se reserva el derecho de eliminar comentarios inadecuados. - No dude en avisar de posibles comentarios inadecuados. - Los comentarios podrán ser reproducidos textualmente en otras publicaciones de la Diócesis. Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir