Vida Diocesana

Cien años

Publicado: 23/01/2015: 1414

Esta cifra, tan redonda, nos parece el máximo de las aspiraciones vitales de cualquier ser humano. Días atrás he tenido la oportunidad de entrevistar a un “joven” andaluz que se encuentra a punto de cumplir los ciento uno. Se trata de Manuel Corpas, un viejo cartero cordobés nacido en 1914.

El conversar con estas personas es un auténtico privilegio. Conservan una memoria lejana extraordinaria, una minuciosidad en los detalles de su relato excelente y una alegría desbordante y envidiable. Todo un ejemplo de vida.

A Manuel Corpas, el convivir con cuatro generaciones le ha permitido ser influido por muchas circunstancias culturales, políticas y religiosas. Estamos hablando de un hombre nacido durante la primera guerra mundial y que ha pasado por monarquías, repúblicas, dictaduras y democracias de distinto signo. Y todo ello siendo cartero de pueblo. Esta situación abre mucho el campo de la adaptación a todas las ideas y situaciones y, sobre todo, al deseo de aprender y ponerse al día.

Uno de los regalos recibidos por su “Vida activa” –ha sido premio nacional por este concepto en la Fundación La Caixa- ha sido una tablet. Me comentaba que estaba deseando “meterle mano” al tema y controlar su nuevo campo de exploración de los conocimientos.

Esta actitud choca con ese grupo numeroso de mayores que estiman que ya saben lo suficiente con lo que conocen. No aceptan las ventajas de las nuevas tecnologías y, especialmente las que tienen que ver con los ordenadores y las redes sociales. Aquellos que superan este trauma, se convierten en adeptos y casi fanáticos de cuantas novedades se incorporan a dichas técnicas.

Pasa como el montar en bicicleta. Cuando uno pierde el miedo y descubre que es otra forma de moverse, desaparece toda prevención. Cuando un mayor se incorpora a un teclado o a una superficie táctil con la que puede moverse por las redes, ver lo que pasa en el mundo en tiempo real, poder hablar con sus nietos en la Cochinchina gratis, mientras los ve en la pantalla, su animo se crece y se convierte en informático-adicto.

Este proceso es tan fácil como económico. Basta enrolarse en cualquier curso de iniciación, mantenimiento o mejora como usuario informático –de los muchos que hay en los ayuntamientos, casas de cultura, bibliotecas y centros de mayores. Hacerse de uno de esos portátiles o tablets que cada vez son más baratos y… adelante, se ha descubierto un nuevo mundo.

En el siglo XXI es necesario algo más que saber leer, escribir y manejar las cuatro reglas para dejar de ser analfabeto virtual. Es necesario para cualquier joven de 18 a 100 años, conocer además algo de idiomas (especialmente inglés) y unos conocimientos mínimos de informática. Lo de saber conducir es como saber andar o nadar, pero eso lo considero menos necesario mientras haya buenas comunicaciones o alguien que te lleve o te traiga. El segmento de plata tiene necesariamente que estar informatizado. Pongámonos a ello.


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