Vida Diocesana

Menudo cuento de Navidad

Publicado: 27/12/2014: 1677

Desde años, quizás desde cuando los enciclopedistas intentaron declarar la muerte de Dios, con un escaso éxito por cierto, un grupo de amargados y resentidos están intentando eliminar de la faz de la tierra la conmemoración del nacimiento de Jesús de la misma forma que han intentado sustituir el sacramento del bautismo con el visto bueno del alcalde; cambiar la primera comunión en los templos por la celebración de una fiesta y la consiguiente entrega de regalos y, finalmente, imitar la confirmación por medio de la puesta de largo y el permiso para acceder al botellón.

Se está buscando con ansiedad algo que puede justificar la celebración de una Navidad sin Dios. Algo así como lo que me imagino que se puede escuchar en cualquier momento:   “Hace poco, poquito rato, ha corrido por Internet la noticia de que ha nacido un salvapatrias en nuestro país. Inmediatamente se han puesto en marcha los “Reyes Magos” de hoy en día: el blanco y rubio: Vladímir Putin; el oriental amarillo: Kim Jong Un y el negro americano: Barack Obama. Eran muchas las noticias que habían llegado a sus oídos de que en España había surgido un redentor. Llegaron y preguntaron. Según a quién lo hacían o en que periódico se basaban, las respuestas eran distintas: unos les hablaban de un tal pequeño Nicolás; otros, de un tal Iglesias (laicas por supuesto); aquellos decían que las calles de Málaga se habían cortado por la presencia de unos gemelos que cantan: Los Gemeliers. Ronaldo, Messi… Finalmente cuando les hablaron de Gran Hermano, Mujeres y hombres… o de los autofagocitantes de Sálvame, se negaron a conocerlos en rotundo. Hasta ahí podían llegar.

Pidieron ayuda a los tertulianos de la radio y de la tele. Una especie de sabios con conocimiento total de todo lo sabido y vivido hasta ahora. Les veían con sus chaquetas multicolores que van tornándose de aspecto a medida que las circunstancias van cambiando. Y no se fiaron de ellos. Como para fiarse. Finalmente descubrieron que aquí tenemos un Rey con los papeles en regla, pero estaba muy liado con no se que discurso y una hermana.

Decidieron volver a sus países con un pensamiento: -esos españoles, ¿cuándo se van a poner de acuerdo?- Falsa alarma. Seguiremos con lo nuestro. Yo te pego una torta a ti en la cara de los africanos, tú me la das a mí en Hispanoamérica. Yo descubro una nueva enfermedad, tú inventas la vacuna. Yo organizo una guerra salvadora (bien lejos de mi territorio), tú vendes las armas. No ha nacido el Salvador, pero nosotros hemos salvado el año. Seguiremos esperando. Seguiremos buscando un motivo para gastar, beber y celebrar algo que no nos comprometa”.

Olvidémonos de las elucubraciones mentales de Manolo Montes. Mientras, en un poblado africano, un niño nace rodeado de la maldita enfermedad, pero sin contagiarse. Los verdaderos pastores, oliendo a cabra, le han rodeado de cuidados y de amor. El caporal del rebaño, vestido de blanco y aspirando mate, nos pone firmes a todos recordándonos las “quince enfermedades de la curia vaticana” y, por extensión, de todos los cristianos. En especial “las caras fúnebres”.  Hagámosle caso, coloquemos un Belén en nuestro corazón y dejemos que el Niño nazca en él. A los que no les guste la Navidad, agua y ajo. Nosotros vamos a intentar transmitírsela. Aunque no les guste.  
 


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