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«La sociedad les da la espalda. Nosotros, la mano»

Publicado: 23/12/2014: 12608

Los Capuchinos de Antequera han celebrado la Navidad con la sencillez propia de su carisma franciscano. Han cedido y reparado una casa junto a su convento para hospedar a personas que reciben tratamiento en Proyecto Hombre

Un histórico edificio del siglo XVII, en los aledaños del centro urbano, alberga el convento de los Capuchinos de Antequera. Un lugar de singular belleza que forma parte del corazón de la ciudad. Cada vez que una persona cruza su vetusta puerta encuentra ayuda y entendimiento; palabras solícitas de los frailes, que conocen los nombres de pila y las inquietudes que afectan a quienes acuden a ellos en busca de apoyo. 

«La Navidad es una advertencia de que hay que mirar al hombre. Porque Dios se ha hecho hombre», afirma Juan Jesús Linares, fraile de mayor edad de la casa y guardián de la comunidad integrada por cinco hermanos franciscanos. 

Este Adviento tiene un sentido especial para ellos. Los frailes acaban de ver concluidas las obras de rehabilitación de unas amplias dependencias anexas al convento, que acordaron ceder a Proyecto Hombre el año pasado coincidiendo con el cuarto centenario de la instalación de los capuchinos en Antequera. «Queríamos hacer un gesto importante, algo con sentido social», recuerda Juan Jesús. «Colaboramos con Proyecto Hombre desde hace 15 años. Necesitaban un espacio y nos pareció buena idea donarlo». La cesión de las dependencias contó con el visto bueno de la Provincia Capuchina de España, que sufragó las obras de rehabilitación llevadas a cabo durante un año. Gracias a esto, 15 personas –hombres y mujeres- cuentan ya con una amplia casa en la que alojarse mientras se someten a un tratamiento para superar problemas de adicción. 

“La Vivienda de Apoyo al Tratamiento Casa Menga Fray Leopoldo de Alpandeire”, como se denomina, ya está preparada para recibir estas Navidades a su primer grupo de habitantes.

El hermano José Manuel Alvarez afirma: «La sociedad les da la espalda. Nosotros les damos la mano». «Es algo que nos marca. El estar con la gente que nos necesita», apostilla Emilio Rodríguez, fraile capuchino y párroco del Salvador. Los afectados reconocen que la cercanía con el convento les reconforta sobremanera en su proceso de recuperación: «Hemos ganado amplitud y capacidad de movimiento en esta casa».

SOÑANDO CON UNA VIDA NUEVA

Ignacio, psicólogo de profesión, es el único malagueño del grupo. «Hace 20 años ya estuve en Proyecto Hombre. Salí en un estado bastante bueno. Sin embargo, en los últimos meses tenía conductas irresponsables y falta de disciplina. Hace cuatro meses volví a ingresar». Ignacio, como el resto de personas en tratamiento, deja la casa de forma excepcional solo en Nochebuena para cenar con su familia.

Isa, de San José de la Rinconada (Sevilla), cuenta que era presa fácil de la adicción: «He tenido tres hermanos que han consumido y pasado por prisión». Relata que llegó a Antequera el 23 de julio: «Estaba en muy malas condiciones, sin querer seguir viviendo». En cinco meses,ha cambiado mucho. Ha recuperado peso y sobre todo, las ganas de vivir. «Me transmite mucha paz esta casa. Los frailes son muy cercanos».

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