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Cristianos en Irak, sin cruz ni patria

Refugiados de Nínive escapan al Kurdistán
Publicado: 09/08/2014: 16404

Watheq Ghanew continúa hablando mientras su amigo se descompone en un llanto contenido. \"Poseía una librería pública. Ahora, como nosotros, lo ha perdido todo\". Este ingeniero de 35 años, originario de Qaraqosh, pueblo de mayoría cristiana de la provincia iraquí de Nínive, ha llegado al Kurdistán iraquí huyendo del avance del Estado Islámico.

Muchos de los centenares de personas que se congregan frente a la iglesia de Martshmony, una de las tantas que alberga a los que han huido de los pueblos de Bartella, Sinjar y Qaraqosh, asediados por los islamistas, han hecho el viaje en sus propios vehículos. "Algunos, los más afortunados, han llegado en coche. Otros no han tenido tanta suerte y no han podido salir. Ya sabes, no todo el mundo tiene un coche".

Muchos de los que buscan refugio en el Kurdistán han tenido que dejar sus vehículos en el último 'checkpoint' en la carretera que conecta Erbil con Mosul, custodiado por las fuerzas kurdas o 'peshmergas'. Cubrir los aproximadamente 30 kilómetros de distancia bajo un calor que fácilmente supera los 45 grados no ha sido fácil para muchas de las familias que ahora se agolpan en la calles, esperando a encontrar un hueco donde dormir. La ciudad hierve de actividad, los cláxones ahogan el murmullo de los que, inundando las aceras, buscan alojamiento o comprar algo para cenar. Muchos de ellos se han instalado a la intemperie, durmiendo en la propia calle, en los parques o incluso en sus furgonetas.

Los que se han quedado en Qaraqosh se van a tener que convertir al Islam. "No nos dejan otra opción, después de quitarnos todo nuestro dinero, nuestras joyas nos obligan a convertirnos", añade Watheq. "Los del IS no son personas, son animales. Nosotros sólo rezamos, somos gente pacífica, pero frente a ellos no tenemos muchas opciones", añade Watheq. "Si no les pagas, has de convertirte al Islam. Eso o te matan", añade otro. "Ha sido duro, tal y como para los yazidís, quienes han sufrido la violencia del IS viendo cómo secuestraban a sus mujeres".

Ayer murieron una niña y dos niños por un ataque que alcanzó al pueblo de Watheq. "Lo vi con mis propios ojos. Huimos cuando estaban a tan sólo un kilómetro". La conversación se interrumpe por el bullicio de los allí presentes.

Fadi, que ayuda en la iglesia de Umm Al-Nur, expresa su preocupación: "Necesitamos de todo, hay más de 300 personas en la Iglesia, estamos desbordados". El desconcierto de muchos es absoluto mientras, yendo de un lado para otro, gritan a sus familiares para que acudan al registro. Los rostros no expresan júbilo alguno, aunque muchas personas que esperan en la interminable cola, se alegran al reencontrase tras partir de sus respectivas casas. Watheq ha esperado un día para recibir un papel que no sabe bien para qué sirve.

La indignación crece en torno al grupo: "¿Crees que les importamos a Europa?". Los sueños y las pertenencias se han quedado atrás, en un lugar que no volverá a ser el mismo. "Nadie habla de los cristianos de Irak. Creo que nos han olvidado y no saben quiénes somos. En Qaraqosh éramos 50.000. Ahora no quedará un alma. El estado islámico ha quitado la cruz de nuestra iglesia, sustituyéndola por su negra bandera".

Uno de los tantos expatriados que vive en Erbil confiesa que se marcha porque, a pesar del nacionalismo kurdo y el apoyo a los 'peshmergas', "no todo el mundo piensa igual aquí. ¿Acaso crees que no hay gente que apoya al Estado Islámico en Erbil?", se pregunta. Las compañías aéreas apenas ofrecen vuelos y los pocos billetes que quedan se venden a precios desorbitados. "Erbil ya no es seguro, por mucho que los kurdos así nos lo quieran hacer creer".

Es una información de Nils Henrik para El Mundo

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