Vida Diocesana

No rompiendo...no es mal lance

Publicado: 07/08/2014: 1833

Mis conversaciones con los hombres mayores, con quienes comparto a diario en mi partida de dominó, me permiten rememorar sus viejos refranes populares.

Sus dichos y comparaciones contienen un montón de verdades como puños, basadas en la filosofía popular  que nace de años de penuria y dificultades de la vida que siempre recaen en los mismos.

Antaño, la gente de la playa, los marengos, basaban su vida laboral en salir a pescar -los días de bonanza- en las bacas, las traiñas, o las jabegas. Cuando no contaban con embarcaciones adecuadas, usaban modestos botes para, desde la propia playa, pescar con los copos o los boliches. Si no hacía buen tiempo, al quedar en tierra, se dedicaban a la reparación de las redes, con una maestría similar entre los hombres y las mujeres, en un zurcido y remiendo para el que utilizaban tanto los pies como las manos, o a la fabricación de corcheras y “parales” acompañados siempre del consumo de aguardiente revuelto.

He vivido muy de cerca las faenas de pesca de los boliches playeros. Llegué a pertenecer -como amateur-, durante bastantes veranos, a la tripulación del “Juanillo Ufemia” (“armador” propietario de las redes y el bote), que contaba con el “Zelipe” como patrón de pesca. Día  tras día repartíamos un modesto “rancho” en especie y alguno de ellos se llevaba unos duros a su casa. Yo, como “forastero invitado” bastante tenía con el puñado de chanquetes (gloria bendita) que aportaba a mi cocina como un tesoro.

La mayoría de los días acabábamos con los pies fríos -de verdad- y la cabeza caliente. Pero ellos, los marengos, se conformaban  con la frase “no rompiendo, no es mal lance” -lance es el lanzamiento y la recogida de la red a una distancia prudente desde la playa-. Si no habían “pillado” nada más que morralla, no importaba, por lo menos no habían roto las redes, no había un daño mayor. Al día siguiente probarían de nuevo.

Nos viene muy bien recordar de vez en cuando esas frases y esa filosofía de vida popular. No nos tienen que poder las circunstancias adversas: enfermedades, problemas económicos, relacionales o familiares; debemos afrontarlas con decisión y esperanza. La vida está llena de luces y sombras, de altos y bajos, de buenos y de malos lances pero al final, lo que te queda, es la satisfacción de haber podido enfrentarte a ellos y la posibilidad de que mañana puedas echar otro lance en las playas de la vida. No estamos solos. Nunca estamos solos. 

 


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