NoticiaOpinión Semana Santa Procesión de los gitanos Publicado: 14/04/2014: 11566 Don Francisco Carrillo Rubio, canónigo magistral de Málaga, pronunció el pregón de la Semana Santa de 1961. Merece pena, 53 años después, entresacar unas líneas. «Comienzo por decir que la Semana Santa es malagueña, es de toda Málaga. Cuando se abran dieciocho iglesias de la ciudad para desbordar de los templos a la calle en treinta procesiones el misterio de amor y dolor, se van a cerrar sesenta mil hogares, todas las casas malagueñas, porque en esta gran liturgia participada, todo el pueblo tiene su puesto activo: los Hermanos Mayores, y los mayordomos, y los capataces, y los hombres de trono, y los hermanos, y los penitentes, y los que cumplen promesas, y los que alquilan las sillas, y los que han dejado los barrios lejanos y vienen cargados de niños a esperar pacientemente en todas las esquinas para ver a Cristo y a la Virgen, y mirarlos, llorar ante ellos, y decirles esa oración espontánea, callada profunda, a través de la cual, los ojos maternales de María y los compasivos de Cristo han visto todo un drama, quizá una tragedia o quién sabe si el gozo de una paz familiar en la que el pan no sobra, pero se vive el opulento banquete del amor, el trabajo y la honradez». Ciertamente eran otros tiempos. Pero don Francisco remata su canto a la Semana Santa malagueña dirigiéndose a las autoridades: «Semana Santa de Málaga están haciendo las autoridades cuando procuran una ciudad más cuidada, más culta, con mayores fuentes de trabajo y de riqueza…». Y concluye con un recuerdo que, en ese tiempo, había llevado a cabo la Diócesis: las 250 escuelas capillas para que los campesinos «que solamente venían en los días sacros y avanzaban avergonzados por las calles y entraban asustados e ignorantes de todo a la iglesia, hoy sepan leer, escribir y rezar».