NoticiaAdviento El Adviento, paso a paso Publicado: 30/11/2012: 5782 El sacerdote José Luis Bellón, párroco del Buen Consejo en Torremolinos, nos acerca una reflexión para el tiempo litúrgico que comenzamos. Algo que caracteriza a la religión hebrea y cristiana es que Dios ha entrado en la historia humana. La revelación de Dios se realiza en la historia y mediante la historia con acontecimientos y palabras. En esta historia, y por medio de la acción profética, Dios sella con nosotros una alianza por la que participamos de la naturaleza divina. Esto es lo que san Pablo llama “misterio”. Por lo tanto, cuando decimos que el año litúrgico celebra el misterio de Dios en Cristo, lo que queremos decir es que el año litúrgico que comenzamos en Adviento, rememora y actualiza la intervención definitiva de Dios en la historia del hombre: Cristo que se ha hecho hombre, para comunicar al hombre la naturaleza divina. Así pues, el tiempo de la Iglesia que comenzamos se caracteriza por la espera. La Iglesia vive un Adviento permanente. El Adviento predispone a prepararnos a recibir a Cristo de manera personal y comunitaria, como Pueblo de Dios, Iglesia peregrina, en este Año de la fe. POR DÓNDE EMPEZAMOS Pues por preparar nuestra alma para oír la Palabra Sagrada, estar abiertos a la voluntad de Dios y desear andar el camino hacia una Navidad cristiana, pues hay muchas otras no cristianas. Para esperar en Dios, necesitamos amor a Dios, ya que sin este amor, no tendremos motivación alguna para profundizar en el entendimiento de las Sagradas Escrituras y la Liturgia. Por eso leer la Palabra de Dios en Adviento nos llena de esperanza, ya que si buscamos entender y practicar las virtudes de Dios, Él se hace presente en nosotros y la semilla empieza a brotar. Es como caminar por la noche y arrastrar los pies, buscando una luz en la lejanía que representa de alguna forma el hogar… ¿cuánto queda, está cerca o lejos? Igual se encontraban los profetas cuando miraban hacia adelante en espera de la redención de su pueblo. No podían decir cuándo habría de venir el Mesías. Solo sabían que en algún momento la estirpe de David retoñaría de nuevo, que en alguna época se encontraría una llave que abriría las puertas de la cárcel; que la luz que solo se divisaba entonces como un punto débil en el horizonte, se ensancharía al fin, hasta ser un día sin ocaso. El pueblo de Dios debía estar a la espera. CUATRO SEMANAS En la actualidad, el Adviento son cuatro semanas; en ellas se pueden encontrar dos períodos: • Del primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre: se resalta el aspecto de la venida escatológica de Cristo; por ejemplo en esta oración colecta del lunes de la primera semana: “concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alerta a la venida de tu Hijo, para que cuando llegue y llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza”. • Del 17 al 24 de diciembre, se resalta la preparación inmediata de la Navidad; por ejemplo, esta oración del 19 de diciembre: “Al darte gracias por los dones recibidos te rogamos, Padre todopoderoso, que avives en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo, ya cercano, para que así podamos, con limpieza de espíritu, celebrar el nacimiento de tu Hijo”. TRES IDEAS FUNDAMENTALES • El Adviento renueva la esperanza. La Iglesia es la comunidad de la esperanza. Una idea es poner la corona de Adviento en la mesa central de la casa y en la tarde del sábado, merienda familiar, se encienden las velas hasta el lunes y se lee el Evangelio de cada Domingo. • Adviento, tiempo de la Iglesia misionera y peregrina. Tiempo de anuncio, de preparación de iniciación, de convocar, de la caridad, el mejor anuncio de que Dios llama a la puerta. (Después de las primeras semanas en común viendo si en casa han tenido el despertar religioso, se inicia ahora por grupos el primer ciclo de catequesis de iniciación; catequesis de primer anuncio; vídeo-forum; conciertos guiados con lecturas bíblicas; montaje progresivo del Belén dándoles significado a las figuras). • Adviento, tiempo por excelencia de María, Virgen de la espera: que nos recuerda la espera y la acogida del misterio de Cristo por parte de la Virgen de Nazaret: la llena de gracia, la bendita entre las mujeres, la Virgen, la Esposa de José, la sierva del Señor, la mujer nueva, la nueva Eva. El sí de la Anunciación se convierte en el sí de la nueva alianza, que canta el Magníficat. (Adecuado el Santo Rosario meditado; destacar y adornar una imagen de la Virgen “en espera”). TRES GRANDES FIGURAS • ISAÍAS. Una antiquísima tradición ha asignado al Adviento la lectura del profeta Isaías, porque en él, más que en los otros profetas, se encuentra un eco de la gran esperanza que ha confortado al pueblo de Dios en los siglos de la dura esclavitud y en los momentos más decisivos de su historia. Es un anuncio de esperanza perenne para los hombres de todos los tiempos. • JUAN EL BAUTISTA. El último de los profetas, resume en su persona y en su palabra la historia precedente en el momento en que apunta ya su cumplimiento. Signo de la intervención de Dios a favor de su pueblo, el precursor tiene la misión de preparar los caminos del Señor y señalar a Cristo. • SANTA MARÍA. En Adviento se pone de relieve la relación y la cooperación de Santa María al misterio de la redención. María Inmaculada es el prototipo de la humanidad redimida, el fruto más espléndido de la venida redentora de Cristo. Ella, como canta el prefacio de la solemnidad, quiso Dios que “fuese… comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo llena de juventud y de limpia hermosura”. Autor: José Luis Bellón, sacerdote diocesano