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Del amor a nosotros mismos al amor de Dios

Publicado: 09/08/2010: 860

Durante el verano, la revista diocesana ofrece una serie de artículos sobre el Espíritu Santo y su presencia en la Iglesia de Málaga.

La tradición de la Iglesia, siguiendo las fuentes bíblicas y los textos de los santos padres, denomina "sacro septenario" a los siete dones que el Espíritu Santo concede a la persona para su santificación y perfección. Como explica la carta del Santo Padre Juan Pablo II, a los sacerdotes, para el jueves santo de 1998, estos dones "los menciona el profeta Isaías, trazando la figura del futuro Mesías: ‘Reposará sobre él el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Y le inspirará el temor del Señor’. El número de los dones fue posteriormente fijado en siete debido a la versión de los Setenta y a la Vulgata, que incorporan la piedad, eliminando del texto de Isaías la repetición del temor de Dios".

Estos siete dones repercuten ahora sobre las comunidades cristianas de nuestra diócesis, animándolas en su misión de ser luz en medio del mundo.

Dóciles al Espíritu Santo
Dos milenios de historia avalan la presencia del Espíritu en Málaga

¿Qué institución puede presumir de dos mil años de historia a sus espaldas? ¿Cómo es posible que la Iglesia, a pesar de las persecuciones sangrientas, de los graves pecados de sus propios hijos, de la dominación política de ideologías contrarias a la fe, se mantenga hoy viva?
Sólo la presencia del Espíritu Santo, el abogado, el defensor, y la presencia de hombres dóciles a su llamada explica que en nuestra diócesis la fe siga muy viva en medio de comunidades cristianas que continúan pujantes en una sociedad que ya no es cristiana.
El Espíritu Santo, nos recuerda el Papa, "hace pasar al hombre del amor de sí mismo al amor de la Trinidad, introduciéndole en la experiencia de la libertad interior y de la paz, y encaminándole a vivir toda su existencia como un don".

La carta del Papa a los sacerdotes, a la que hemos hecho referencia con anterioridad, señala la forma en que cada uno de los siete dones actúa sobre la figura del sacerdote. Pero, igualmente, podemos aplicarlo a cada uno de los bautizados, que recibimos la gracia del Espíritu de esta manera "septiforme":

FORTALEZA

Este don nos sostiene en las dificultades de la vida cristiana infundiéndonos la necesaria "parresía" (valentía, franqueza, libertad de espíritu) en el anuncio del Evangelio.
Muchas veces, sobre todo en los últimos años, todo lo que dice la Iglesia se mira con lupa. Sin embargo, ésta sigue proclamando con libertad la Verdad sin miedo a la persecución.

SABIDURÍA

Con este don, el Espíritu nos conduce a valorar cada cosa a la luz del Evangelio y nos ayuda a leer en los acontecimientos de nuestra propia vida y de la Iglesia, el misterioso y amoroso designio del Padre.
La diócesis ilumina los acontecimientos que ocurren en nuestra sociedad, a través, por ejemplo, de medios como esta publicación.

INTELIGENCIA

Este don favorece en nosotros, los cristianos, una mayor profundización en la verdad revelada, impulsándonos a proclamar con fuerza y convicción el gozoso anuncio de la salvación.
Son muchos los movimientos, asociaciones y grupos en los que este don se hace presente, impulsándolos con fuerza a la evangelización.

CONSEJO

Con este don, el Espíritu nos ilumina para que sepamos orientar nuestra propia conducta según la Providencia, sin dejarnos condicionar por los juicios del mundo.
Cáritas o Manos Unidas hacen presente en la diócesis el compromiso de la Iglesia con los más necesitados, denunciando sin miedo las injusticias de nuestra sociedad.

CIENCIA

"El don de ciencia nos dispone a comprender y aceptar la relación, a veces misteriosa de las causas segundas con la causa primera en la realidad cósmica".
En Málaga, destaca la labor que realiza la Pastoral Universitaria o las distintas iniciativas para el diálogo Fe-Cultura para iluminar la investigación científica a la luz de la fe.

PIEDAD

"Este don del Espíritu reaviva en nosotros la relación de unión íntima con Dios y la actitud de abandono confiado en su providencia".
Decenas de comunidades de religiosos y religiosas en nuestra diócesis viven su vocación de especial consagración a Dios poniendo su vida al servicio de los demás, sobre todo de los más necesitados.

TEMOR DE DIOS

"Con este don, el Espíritu consolida la conciencia de la propia fragilidad humana y del papel indispensable de la gracia divina, puesto que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer ".
La religiosidad popular, con tanta fuerza en la diócesis, manifiesta la fe de un pueblo que clama a Dios porque sabe que Él nos escucha y cuida.
 

Autor: diocesismalaga.es

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