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El Espíritu, un soplo de aire fresco para el verano

Publicado: 04/08/2010: 1485

Durante el verano, la revista diocesana ofrece una serie de artículos sobre el Espíritu Santo y su presencia en la Iglesia de Málaga. Hoy, nos ayuda a analizar lo que dice el Concilio Vaticano II sobre su acción en nosotros.

Ya en el Libro de los Hechos, el Espíritu Santo aparece como protagonista de la evangelización. Desde Pentecostés, Él llama a los apóstoles a comunicar la Buena Noticia, les da la fuerza para superar las dificultades y persecuciones, les ayuda en el discernimiento de los caminos de Dios y acrecienta en ellos el amor fraterno, y los elige para desempeñar las misiones más acordes con la vocación de cada uno. Juan Pablo II, en la Tertio millennio adveniente, afirmó que "el Espíritu es también para nuestra época el agente principal de la nueva evangelización".
Ignacio Hazin, hoy patriarca grecoortodoxo de Antioquía, afirma “Él es la novedad que opera en el mundo, es la presencia de Dios con nosotros y que se une a nuestro espíritu. En Él, el hombre lucha contra la carne, Cristo resucitado está junto a nosotros, el Evangelio se hace poder de vida, la Iglesia significa comunión trinitaria, la autoridad se trasforma en servicio liberador, la misión es nuevo Pentecostés".
Hace unos años, una encuesta realizada entre la población italiana detectaba el desapego que un gran número de católicos siente hacia el Espíritu Santo. Este gran desconocido, sin embargo, no lo es tanto si miramos a uno de los grandes textos surgidos del Concilio Vaticano II, la Lumen Gentium, que habla sobre la Iglesia. En su número cuatro, define con una docena de verbos la acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia.
Repasando algunos de ellos, podemos acercarnos más al misterio que ya nos propusiera san Ireneo en el siglo II, cuando dijo "donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia". Porque somos una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4)

SANTIFICA
"...fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu".
Santificar puede ser entendido como "separar del resto para encomendar una misión". Así lo cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles cuando Pablo y Bernabé fueron elegidos para la obra a la que Dios les había llamado. Así, "elegidos para que, en la pureza de Dios, recibieran una misión y la llevaran a todo el mundo", muchos malagueños han sido testigos en los últimos años de la acción santificadora del Espíritu (Madre Carmen, Fray Leopoldo de Alpandeire, Juan Duarte...). Con su misión, cristianos como ellos acercan a los hombres a Dios.

HABITA EN LA IGLESIA
"...habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo, y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos".
El Espíritu vive en la Iglesia y en cada fiel. Somos templos, lugares donde los demás pueden encontrarse con Dios Espíritu Santo. Él ora en nosotros y da testimonio de nuestra filiación divina (Gal.4, 6). Unas veces, nos renueva por medio de los sacramentos, que nos acercan al misterio del amor de Dios; otras, nos lleva a descubrir la presencia de Dios en la humildad del que es tratado injustamente, en el trabajo de los que luchan por la dignidad de las personas; siempre, nos ayuda a buscar formas nuevas de proclamar el Evangelio con hechos y palabras.

CONDUCE A LA VERDAD
"Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia, a la que guía hacia toda verdad y unifica en comunión y ministerio".
Esta característica recorre todo el Libro de los Hechos: el Espíritu es el verdadero protagonista, aconseja en las decisiones de evangelización. Además, alimenta al pueblo de Dios con sus dones, le lleva a la verdad. También hoy somos testigos de ello cuando en la oración y a través del acompañamiento personal, nos percatamos de cómo actúa en nosotros y hace posible la escucha de la voluntad de Dios, dándonos la fuerza para ponerla en práctica.

REJUVENECE
"Hace rejuvenecer a la Iglesia por la virtud del Evangelio, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: '¡Ven!'"
La conversión es, quizás, el nombre bíblico más acorde a la renovación a la que nos invita el Espíritu. La novedad de Dios nos lleva a transformar nuestros planteamientos pastorales, nuestros métodos evangelizadores, pero nada de eso será efectivo si no actualizamos también nuestra vida personal de fe. Movimientos que suponen una renovación evangelizadora y que se han fraguado en torno a vidas cristianamente realizadas, como Ernesto Wilson, Ignacio de Loyola o Guillermo Rovirosa, están presentes en nuestra diócesis.
 

Autor: diocesismalaga.es

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