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José Manuel Ferrary, Vicario General: «El sacerdocio es lo más grande que me ha pasado en la vida»

Publicado: 25/03/2014: 9230

Hace un año y medio que José Manuel Ferrary (Málaga, 1960) fue nombrado Vicario General de la Diócesis de Málaga. En días cercanos a la fiesta de su onomástica, san José, nos concede una entrevista en la que valora su servicio pastoral y recuerda su vocación sacerdotal, ya que hoy se celebra también el Día del Seminario y la campaña vocacional. En este sentido, el Vicario General concluye que «al paso del tiempo, cada día tengo más claro que Dios actúa en nuestras vidas de un modo extraordinario y maravilloso: sólo hay que estar abiertos a escuchar su llamada»

-Lleva ya un año y medio como Vicario general de la Diócesis. Primero junto con D. Alfonso Fernández-Casamayor y desde septiembre de 2013 se ha quedado usted solo. ¿Cómo valora este tiempo transcurrido?

En primer lugar me gustaría agradecer al Sr. Obispo la confianza que ha puesto en mí para que me haga cargo de este servicio. Dejando esto por sentado, quisiera ya responder a su pregunta comenzando por afirmar algo que conocen muchos en referencia al periodo en el que D. Alfonso y yo trabajamos juntos; fue una experiencia muy gratificante y enriquecedora. Siempre encontré en D. Alfonso al sacerdote-hermano dispuesto a prestar una ayuda cuando hizo falta y atento a todas las necesidades que yo, desde mi inexperiencia, pudiera demandarle. Siempre le estaré profundamente agradecido.
Posteriormente, cuando he debido afrontar yo solo la Vicaría General, la única valoración que ahora puedo hacer es que siempre intento hacer aquello que me dicta la conciencia, sin dejar de asesorarme, procurando encontrar las soluciones más justas o más beneficiosas para la Iglesia y para cualquier persona que acuda al Obispado. Ahora bien, no soy yo quien deba valorar mi trabajo y, además, creo que aún es pronto para sacar conclusiones válidas.

-Es una gran responsabilidad, ¿cuáles son las funciones de un Vicario General?

Intentaré responder sin caer en la trampa de mi mentalidad jurídica. Veamos, habría que comenzar por recordar que, en general, el oficio de Vicario General es un oficio de colaboración al Obispo diocesano, por eso el Vicario General -como los Vicarios episcopales- debe, por una parte, informar siempre al Obispo diocesano sobre los asuntos que deben resolver y sobre los que ya han resuelto, y, además, no debe obrar nunca contra la voluntad del Obispo diocesano. Respecto a las funciones, por resumir, son todas las que se refieren a la marcha de la Diócesis salvo mejor criterio o las que se reserve para sí el Obispo; es decir son aquellas que afectan al clero, a las instituciones eclesiales y no eclesiales cuando tienen relación con la Iglesia y todas las que el Obispo me encomiende personalmente. En general, son muchas y variadas las funciones del Vicario General que hay que afrontar con mucho ánimo y una buena dosis de espíritu de servicio.

-Estamos en plena campaña vocacional del Seminario Diocesano, ¿cómo surgió su vocación sacerdotal?

Mi vocación sacerdotal comienza a fraguarse con unos 21 años mientras estaba estudiando derecho en la facultad de Málaga. En aquel entonces, y de modo casual, conocí a un sacerdote que entró como párroco en mi Parroquia (San Juan Bautista); me refiero a D. Francisco Castro Gutiérrez, hoy ya mayor y enfermo. Poco a poco, hablando mucho y con el ejemplo y dedicación de este hombre, comencé a preguntarme sobre el sentido que tenía la vida y qué es lo que yo buscaba, sobre qué es lo que Dios me pedía…, hasta que decidí, ya acabando la carrera, entrar en el Seminario. Posteriormente han sido varios los sacerdotes que me han ayudado, siempre presente entre ellos D. Francisco, pero quiero mencionar, entre todos los que suponen un apoyo en el discernimiento de mi vocación, a D. Juan Ruíz Villanueva el cual -durante su estancia, y la mía como seminarista en labores pastorales, en la Parroquia de las Flores y mucho después- me enseñó muchísimo y me animó lo que no puede expresarse con palabras. Estos dos sacerdotes han sido claves en mi vida personal y en el surgimiento y discernimiento de mi vocación. Al paso del tiempo, cada día tengo más claro que Dios actúa en nuestras vidas de un modo extraordinario y maravilloso: solo hay que estar abiertos a escuchar su llamada. Una llamada que es diaria y que se hace siempre real con nuestra perseverancia y coherencia de vida, a pesar de la debilidad de nuestra condición. Para mí el sacerdocio es lo más grande que me ha pasado en mi vida.

-Hasta hace unos días ha seguido siendo también Vicario Judicial, uno de los servicios más temidos o vistos con más crudeza en la Iglesia, ¿es tan crudo el trabajo que se realiza desde esta Vicaría?

No es tan crudo el servicio pastoral que presta la Vicaría Judicial o ser Vicario Judicial. Pienso que cuando las cosas se quieren ver con una perspectiva negativa y/o condenatoria (usando terminología penal) los conceptos que podamos tener sobre ellas estarán distorsionados y aportarán una visión oscura. Eso es lo que, en ocasiones, ocurre con el mundo del derecho en la Iglesia entre los mismos creyentes. Las cosas no son así, simplemente nos falta una mayor información de lo que aporta el derecho y de lo necesario que éste es en la sociedad eclesial. Personalmente pienso que ser Vicario Judicial es un ministerio de servicio al Pueblo de Dios, igual que lo es ser Párroco, Delegado en cualquiera de las Delegaciones, Consiliario de cualquier Asociación, Arcipreste o Vicario episcopal.

-Vicario General que sigue siendo párroco de la Virgen Milagrosa y San Dámaso, ¿cómo compatibiliza ambos servicios?

Pues lo compatibilizo bastante bien y con mucho orden en mis actividades. Es cierto el hecho de que en Málaga resulta extraño que el Vicario General atienda a una Parroquia, pero esto es extraño en Málaga y no así en otras muchas Diócesis: puede hacerse y, de hecho, yo lo estoy haciendo. Dada la escasez de clero que tenemos es necesario que todos, sacerdotes y laicos, redoblemos nuestros esfuerzos en la labor pastoral y evangelizadora, de modo que mi opción, mientras las fuerzas me acompañen (espero que por muchos años), es estar en mi Parroquia. Personalmente, además, la estancia en la Parroquia (llevo ya seis años en ella) me supone una parte muy gratificante en el trabajo de cada día. Es una Parroquia buena, de gente trabajadora, con una bolsa de pobreza importante y cada vez mayor a causa de estos dichosos tiempos malos que vivimos. La verdad que estamos trabajando bien tanto en la formación con tres grupos de adultos y un cuarto grupo en formación, como en Cáritas o en Liturgia. Poco a poco estamos implantando los nuevos criterios para la catequesis y organizando, casi desde cero, una pastoral de adolescentes y jóvenes, entre otras cosas. No obstante, con la ayuda del Consejo de Pastoral todo lo anterior se viene realizando sin que suponga una carga extraordinaria sobre mí, sino que nos organizamos muy bien desde la corresponsabilidad de funciones. En fin, como se ve, estoy contento con mi Parroquia.

-Acaban de vivir una Visita Ad Limina a Roma, la Diócesis de Málaga acaba de viajar a Roma, ¿qué suponen para la Diócesis estas visitas?

Acabamos de llegar y es muy pronto para hacer una valoración justa, que contenga todo lo vivido allí. Por lo pronto sí hay que afirmar la gratísima sensación de unidad y comunión que se expresa y se vive en esta visita; no sólo con el encuentro del Papa con los Obispos y quienes les hemos acompañado, sino también entre todos los Obispos de la Conferencia Episcopal Españolaque estaban allí presentes.
Realmente han sido unos días importantes en los cuales además de informar en los distintos Dicasterios sobre la marcha de la Diócesis de Málaga, también se tiene la ocasión de dialogar con otros Obispos y Vicarios sobre la situación de nuestra respectivas Diócesis. En definitiva, han sido unos días realmente buenos de los que se debemos sacar importantes conclusiones.

-Nos encontramos inmersos en la Cuaresma, ¿cómo nos invita a vivirla a los cristianos de la Diócesis de Málaga?

La Cuaresma solo hay una manera de vivirla: como un tiempo de gracia. Es un regalo que se nos hace para que incrementemos nuestra vida de piedad revisando nuestra vida y poniéndola en las manos del Señor.En estos tiempos en que vamos con tantas prisas y olvidamos vivir nuestra fe con la suficiente radicalidad, es necesario un “parón” para reconstruirnos internamente y vivamos la Semana Santade la mejor –y única- manera posible. Personalmente quisiera finalizar con algo que me impactó especialmente en el año 2012 del mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma, que se fundamentaba en Carta a los Hebreos (“fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”,Hb 10, 24). La Cuaresma es un magnífico tiempo para, desde a oración y el sacrificio, estar atento y darse cuenta de las realidades que viven otras personas que sufren necesidad, pobreza o injusticias y que son hermanos nuestros. Entresaco una de las frases de Benedicto XVI, que expresa el sentido de lo que nos aconsejaba en dicho mensaje, cuando habla de la responsabilidad que tenemos respecto a quien es hijo o hija de Dios y que me resulta particularmente significativo: “si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón”. Ese es el consejo que desearía trasmitir en esta Cuaresma: cultivar la mirada de fraternidad.
 

Autor: Encarni LLamas @enllamasfortes

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