“El Hijo del hombre ha venido... a dar su vida como rescate por muchos” (Mc 10,45).

¿Y por qué lo hizo?: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Es decir, por amor. El amor es la explicación primera, última y definitiva de nuestra redención.

Un amor que se muestra y se realiza -lo vamos a vivir estos días-en el Hijo del hombre que ha venido a dar su vida como rescate por todos (cf. Mc 10,45). Y de esta vida entregada y regalada viene nuestra salvación.

¿Y a quién redime? A todos. Para hacer de nosotros un pueblo escogido, limpio de todo pecado y dispuesto a hacer siempre el bien (cf. Tit 2,14). Y todo con carácter de eternidad, un amor que va más allá de la muerte.

Se nos invita a acoger esta redención viviendo con esperanza y gratitud, con alegría y compromiso, colaborando con otros para la salvación integral de todos. Ya san Agustín dijo: “Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti”.

Javier Guerrero
Vicario para la Evangelización