NoticiaEducación Jóvenes se inician en el voluntariado gracias a la Religión Federico Fernández Basurte, director del colegio Maristas-Ntra. Sra. de la Victoria Publicado: 22/02/2021: 9751 En el año 2000, el hermano marista Ramón Rodríguez Mayor junto a un grupo de profesores del centro se preguntaron cómo abordar esa parte fundamental de la educación que no se encuentra en los libros. Buscaban llevar a la práctica parte de los contenidos que se estudian en la asignatura de Religión y propusieron iniciar a los alumnos en el voluntariado social como una forma de que los chicos entraran en contacto con la realidad de quienes viven en situación de necesidad en su entorno. Surgió así el Plan de Educación Social (PES) del colegio Ntra. Sra. de la Victoria, gracias al cual, miles de jóvenes malagueños han tenido un primer contacto con el mundo del voluntariado. En el año 2000, el hermano marista Ramón Rodríguez Mayor junto a un grupo de profesores del centro se preguntaron cómo abordar esa parte fundamental de la educación que no se encuentra en los libros. Buscaban llevar a la práctica parte de los contenidos que se estudian en la asignatura de Religión y propusieron iniciar a los alumnos en el voluntariado social como una forma de que los chicos entraran en contacto con la realidad de quienes viven en situación de necesidad en su entorno. Surgió así el Plan de Educación Social (PES) del colegio Ntra. Sra. de la Victoria, gracias al cual, miles de jóvenes malagueños han tenido un primer contacto con el mundo del voluntariado. Como explica el director del centro, Federico Fernández Basurte, «lo realizan los alumnos de primer curso de Bachillerato fuera del horario lectivo. Ellos eligen el tipo de servicio que desean realizar y la institución: por ejemplo, acompañando a niños hospitalizados en el Hospital Materno, jugando al fútbol con personas discapacitadas de Aspromanis o colaborando en uno de los talleres promovidos por la Fundación Marcelino Champagnat que se llevan a cabo en el propio centro, entre otras muchas opciones. Y lo llevan a cabo durante hora y media semanal, siempre en grupo y siempre con un acompañante adulto, que puede ser un profesor, un hermano de la comunidad, un antiguo alumno o padres o madres tanto de esta promoción como de promociones anteriores». Y es que, si algo tiene el voluntariado, es su capacidad de enganchar. Una vez que lo han probado, muchos alumnos o acompañantes no quieren dejarlo; así que, incluso cuando ya acaban su relación con el centro, piden continuar. Es el caso de Alba Rojas, exalumna de Bachillerato, que afirma que participar en el PES supuso un punto de inflexión en su vida: «Empecé a ver que existían diferentes realidades muy diferentes a la mía y muy cerca de mí. Conforme pasaba el tiempo, fui viendo que me hacía muy feliz compartir tiempo con personas a las que yo ayudaba y de los que yo aprendía». En una etapa crítica como es la de Bachillerato, donde el horizonte de la selectividad se llega a convertir en una obsesión, el voluntariado fue, para ella, «como una señal de stop gigante que te dice: “espera, que aquí está lo importante. Aquí es donde realmente vas a crecer como persona. Déjate de agobios, de notas, de exámenes, que pueden esperar durante dos horas, y tú disfruta de esto”». El hecho de que, este año, el voluntariado presencial haya tenido que suspenderse por la pandemia, ha provocado que muchos participantes añoren sus visitas semanales. Jorge Peinado, por ejemplo, estuvo el año pasado acompañando a niños hospitalizados. Una experiencia que califica como “única” y que le ha hecho ver las cosas de manera distinta. «Reconforta poder sacar una sonrisa a los niños que están esperando una semana entera para poder volver a vernos y divertirse. Durante ese rato, al menos, se olvidan de la enfermedad». Por su parte, Susana Martín Gallego, que trabajó con personas con diversos tipos de discapacidad intelectual o física, señala que el voluntariado «es algo que todo el mundo debería vivir, porque te hace darte cuenta de lo que realmente tienes. Puede que ellos sean más felices que nosotros, que tenemos muchas más oportunidades. Ellos valoran mucho más lo que tienen». Para el director del centro, el PES completa el currículum de la asignatura de Religión, de la que él mismo ha sido profesor durante varios años: «en las horas de clase presentamos la realidad de la situación de necesidad de muchos hermanos nuestros, aproximándonos a la figura de Jesús y en especial a su cercanía a los pobres, y lo hacemos también desde la experiencia que ellos mismos están teniendo de contacto directo con la pobreza y que reflejan en un diario, para terminar con el ¿y tú qué? ¿Cuál es tu respuesta? Es una manera muy rica y directa de tratarlo». Frente a sistemas educativos en los que se prima la formación enfocada únicamente al desarrollo profesional, este centro apuesta por una educación integral en la que tengan lugar las diferentes dimensiones de la persona humana. «Es nuestra forma de actualizar aquello que decía nuestro fundador, San Marcelino Champagnat, cuando animaba a sus hermanos a trabajar por la formación de “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. El PES es, sin duda, una de las joyas del colegio, concluye».