NoticiaD. Antonio Dorado, obispo de Málaga (1993-2008)

Un obispo "de oro"

D. Antonio Dorado/F. HERNANDEZ
Publicado: 25/03/2015: 10604

La junta directiva de la CONFER en Málaga ha hecho público su agradecimiento a D. Antonio Dorado.

Lo hemos visto como un obispo santo, sabio, sencillo, servidor de la iglesia y de todos, simpático, siempre atento al querer de Dios y de las necesidades ajenas, sobrio, sabedor de lo que tenía entre manos… En una palabra: la expresión de un SI constante a la voluntad de Dios a flor de piel que le hacía manifestar una sonrisa agradable, incluso en momentos duros.

Muy cercano a todos, siempre dispuesto a ir a donde se le necesitara, ya en coche o a pie…Su apellido indica un poco de ese talante vital, concreto en sus dichos, rápido en sus decisiones, abierto a lo nuevo, incansable en su trabajo, con animosidad y disponibilidad para realizar lo que convenía. Lo resumo en la palabra: “un sacerdote, futuro obispo, “de oro”, que es DORADO.

Oímos en la catedral una hermosa y bonita semblanza de D. Antonio, que creo que nos alegró a los oyentes, pero la riqueza de dones que Dios puso en él es difícil concretarlo en unas líneas o unas hojas…De esa parte sabrá mucho su hermana Angelines, familiares y las personas que lo han tratado en el día a día.

Sólo queremos destacar algo de lo que hemos podido percibir en él en el tiempo que ha estado al frente de la diócesis de Málaga, ya que hablamos como representando un poco a la vida consagrada.

Antes de su jubilación percibimos con qué ahínco trabajaba al frente de la Delegación que la Conferencia Episcopal le había encomendado: el Apostolado Seglar, Clero, Educación y Enseñanza, representación de los Obispos en las reuniones de URPA. Se informaba legalmente y con todas las puntualizaciones para poder reclamar de los gobernantes o a quienes correspondiera, los derechos que debían disfrutar las personas a quienes representaba.

En relación con la CONFER de Málaga, estaba al tanto de lo que se hacía. En los últimos años una vez nos invitó a una comida para poder dialogar de forma más cercana sobre la realidad de la vida consagrada y buscó, después de D. Francisco Parrilla, al P. Marcos, s.j., pensando que como religioso comprendería la realidad de los consagrados, como así ha sido.

En la celebración del día de la Vida Consagrada expresaba con tal calidez y profundo agradecimiento la labor que hacen en la diócesis los consagrados, cada uno desde su carisma, que te sentías nombrado por él y que te llevaba en su corazón.

No sabemos expresar todo el agradecimiento que la vida consagrada de Málaga le quiere decir. Se preocupaba de cada comunidad y llegaba puntualmente la felicitación en la fiesta de los patronos. Sabemos que nos tenía presentes en su fervorosa oración y que se alegraba mucho cuando se encontraba con algún o alguna consagrada/o.

En estos días pasados la liturgia hablaba de “agua”. Agua nombrada en el Antiguo Testamento y “agua” que el apóstol san Juan trata con tanta profundidad y sentido.

Con estas imágenes que resonaban en nuestros oídos, hemos percibido la copiosa lluvia del día de la partida al cielo de nuestro querido D. Antonio y el día de su funeral… que se unían a la fecha de su consagración episcopal en Guadix, el 10 de Abril de 1970. Este día llovió torrencialmente, después de una larga sequía, y hubo que trasladarse a la catedral para la ceremonia en lugar de celebrarla en la Plaza de las Palomas, frente al Ayuntamiento, donde se tenía todo a punto.

Quizás esta sencilla coincidencia se pueda leer como una “copiosa lluvia de gracias” que Dios ha derramado en nuestro obispo toledano que, a través de su vida ha llegado a muchas personas y que, por su intercesión ante el Señor, seguirá derramando sobre los diocesanos que él ha tenido y sobre la tierra que tanto amó y en la que quiso dejar sus restos.

El amor sólo puede pagarse con amor. Por esto, desde estas sencillas líneas y, desde nuestra pobreza, le decimos:

Gracias, D. Antonio por su vida entregada a todos y tu amor a cada persona.

Gracias por su fidelidad a Dios como cristiano, sacerdote, obispo.

Gracias por su cercanía que facilitaba el encuentro personal y por tu gran amor a su familia.

Gracias porque supo comprender a los cofrades y orientar hacia Dios la religiosidad popular.

Gracias por su disponibilidad a la Iglesia española desde los distintos cargos que le tocó servirla.

Gracias por su simpatía, que hacía más llevaderos los momentos problemáticos.

Gracias porque hasta el último momento estuvo al servicio de la última diócesis que le acogió y a la que había entregado activamente quince años de su vida.

Que nuestra querida Virgen de la Victoria le haya acogido gozosa y, junto a sus seres queridos que le precedieron, a los santos y a la santísima Trinidad goce ya de la plenitud de su consagración bautismal.

Con gran cariño y gratitud y en nombre de la Vida consagrada de Málaga,

CONFER Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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