Tan sólo nombres

Publicado: 28/11/2012: 1013

La llegada de cada 25 de noviembre se me antoja un tanto macabra al tener que toparme de bruces con uno de los principales signos de la involución humana.

Seré claro; cada día en Málaga, tu ciudad, cinco mujeres descuelgan el teléfono para denunciar algún tipo de maltrato. De entre todas estas llamadas, unas 4.000 durante los primeros ocho meses del año, tres llegaron demasiado tarde.

¡El machismo mata! Debemos decirlo alto y claro. España ha descendido durante el último año catorce puestos en el índice sobre igualdad de género que elabora anualmente el "Fondo Económico Mundial". Desde 2011, el presupuesto del Gobierno para la prevención integral de la violencia de género se ha visto reducido en más de 8 millones de euros. Por si todo esto fuera poco, en 2013, los programas de asistencia para mujeres víctimas y menores expuestos a la violencia contarán con un millón de euros menos en el cómputo global de su asignación anual. Entre tanto tijeretazo ¿dónde están las víctimas? ¿Qué estamos haciendo con ellas? ¿Cómo se puede acabar con esta lacra? 

Desgraciadamente, las fuentes de sexismo siguen manando desde lo más profundo de una sociedad androcéntrica que extiende sus garras sobre las concepciones, actitudes y comportamientos de todos sus miembros. Ha llegado la hora de decir basta al sexismo del cual hacen gala muchas religiones que sitúan a la mujer en un segundo plano de la vida y de la historia, impidiendo su acceso al poder hasta el punto de mutilar su belleza tras el velo que sus jefes no llevan.

Desde nuestra atalaya como docentes debemos trabajar codo con codo por conseguir una formación en igualdad. Igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, igualdad laboral, igualdad… Educar en todos estos valores va más allá de un simple os/as o de la creación de un ministerio machista para otorgar a la mujer un lugar que ya posee por méritos propios. ¿De qué igualdad me hablan? El respeto ante las opiniones propias y ajenas, el desarrollo de los mecanismos necesarios para la resolución pacífica de conflictos y el sano ejercicio de ponerse en el lugar del otro son tan sólo algunas de las claves para poder ofrecer a nuestras generaciones futuras, los mecanismos necesarios para acabar de una vez por todas con la violencia machista.

No me gustaría terminar esta columna sin dedicarle a todas aquellas mujeres que sufren o han sufrido en primera persona los estragos de la violencia machista, estas bellas palabras del poeta uruguayo, Mario Benedetti.

“No te rindas, por favor, no cedas,
aunque el frío queme
aunque el miedo muerda
aunque el sol se ponga y se calle el viento
aun hay fuego en tu alma
aun hay vida en tus sueños
porque cada día es un comienzo nuevo
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola, porque yo te quiero”

Autor: Pedro Jerez Palomo

Más noticias de: