DiócesisHomilías

Día del Seminario. Fiesta de San José (Catedral-Málaga)

El Sr. Obispo junto a seminaristas y formadores en el Día del Seminario, en la Catedral // E. LLAMAS
Publicado: 19/03/2023: 6675

Homilía del Sr. Obispo pronunciada en la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga con motivo del Día del Seminario y Fiesta de San José

DÍA DEL SEMINARIO. FIESTA DE SAN JOSÉ

(Catedral-Málaga, 19 marzo 2023)

Lecturas: 1 Sam 16, 1b.6-7.10-13; Sal 22, 1-6; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41.

(Domingo Cuaresma IV-A. Laetare)

1.- En este cuarto domingo de Cuaresma, llamado “Laetare” (alegría), la lectura del libro de Samuel nos muestra que Dios es la fuente de la santidad y siempre toma la iniciativa respecto al hombre; elige a quien quiere, como hizo con David, sin basarse en las apariencias: «El hombre mira a los ojos, más el Señor mira el corazón» (1 Sam 16, 7). 

Jesé presentó a todos sus hijos al profeta Samuel; pero éste ungió a David, el menor de sus hermanos (cf. 1 Sam 16, 12). Y desde ese momento el espíritu del Señor vino sobre David (cf. 1 Sam16, 13). 

Dios llama, acompaña y sostiene en la vocación. El llamado solo debe responder con amor y generosidad, obedeciendo la voluntad divina. El Señor llama a jóvenes de nuestras comunidades cristianas para consagrarlos en el sacramento del Orden y enviarlos a ser pastores, al igual que hizo con David, a quien le confió la tarea de pastorear al pueblo de Israel.

De ese modo podremos decir con el salmista: «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas» (Sal 22, 1-3).

2.- Hoy celebramos el “Día del Seminario”, con motivo de la fiesta de san José, patriarca de la Iglesia universal y protector de las vocaciones al sacerdocio. En nuestro Seminario se forman los futuros pastores, que, a imagen de Jesucristo, Buen Pastor, apacentarán al rebaño a ellos confiado. 

San Manuel González construyó el Seminario hace cien años, lugar de formación de santos sacerdotes; por ello damos gracias a Dios y pedimos que el Buen Pastor nos conceda pastores santos, según su corazón.

Los candidatos han de aprender a ser discípulos de Cristo y a configurarse cada día más con él (cf. Plan de formación sacerdotal para España). Rezamos por ellos y por sus formadores para que Dios siga enviando obreros a su mies, que brillen por su humildad, generosidad y entrega.

Necesitamos sacerdotes bien formados y santos, que nos ofrezcan la Palabra divina y los sacramentos, de modo especial la Eucaristía; que anuncien el Evangelio, que eduquen en la catequesis, que hagan acompañamiento espiritual, que atiendan a los enfermos y a los más necesitados, que sean buenos pastores.

Queridos seminaristas, os preparáis para alto y gran oficio, como diría san Juan de Ávila.

3.- El lema de la Jornada de este año “Levántate y ponte en camino” coincide con el lema de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa-2023, refiriéndose a la actitud de María después del anuncio del ángel, que se levantó y se puso en camino para ir a casa de su prima Isabel (cf. Lc 1, 39-40). María no se queda encerrada en sí misma, preocupada por la misión recibida, ni asustada; al contrario, se levanta con prontitud y alegría para realizar un servicio, ayudando a su prima.

María recorre su camino vocacional como ejemplo de itinerario de cualquier vocación, ofreciendo su cuidado maternal y su poderosa intercesión para con sus hijos, que somos imagen de su Hijo Jesucristo, sacerdote, profeta y rey. 

El camino de María es un proceso misionero, que debemos imitar para conocer a Jesús, configurarnos con Él y ser sus discípulos. Así debe ser la vida de todo cristiano y, de modo especial, la vida del seminarista y del sacerdote. 

La vocación al sacerdocio ministerial es servicio de amor, que Jesucristo dirige al candidato para que lo deje todo y le siga; porque Él sigue llamando y cuidando de su Iglesia. Los sacerdotes son necesarios para la Iglesia. 

4.- Toda comunidad cristiana y toda la Iglesia debe estar atenta a estas llamadas, para apoyarlas y cuidarlas con el acompañamiento y con la oración al dueño de la mies para que mande trabajadores a su mies (cf. Mt 9, 38). 

A veces estas llamadas no se perciben a causa de las interferencias que provocan otros estímulos, otras atracciones y otros modos de vivir presentes en nuestra cultura y en la sociedad. 

La llamada al sacerdocio es para toda la vida, como la llamada a la vocación matrimonial, aunque haya otras modas. Pero, a menudo, los llamados de la generación actual no se sienten con fuerza para un compromiso vital definitivo; y es hermoso el testimonio de tantos matrimonios que llegan a la vejez viviendo en comunión y en amor; como tantos sacerdotes que siguen ejerciendo gozosamente el ministerio hasta el final de su vida. 

Toda la diócesis debe estar en estado vocacional, para pedir sacerdotes según el corazón de Cristo. Los padres debéis apoyar la posible vocación de vuestros hijos, porque algunos padres no aceptan que su hijo sea sacerdote e intentan impedírselo; los catequistas y profesores deben alentar la llamada al sacerdocio; los sacerdotes, de modo especial, deben suscitar y acompañar las nuevas vocaciones; también las instituciones eclesiales y educativas (seminario, centros de estudio, asociaciones y movimientos), deben realizar su propia tarea vocacional. Nadie está exento de esta misión. Debemos rezar por las vocaciones, pero también suscitar, animar y cuidar las vocaciones al sacerdocio. 

5.- En el Evangelio de hoy Jesús se encuentra con el ciego de nacimiento: un hombre necesitado y mendigo, que vivía tinieblas. La gloria de Dios se manifiesta en él por obra de Jesucristo y la oscuridad deja paso a la luz, porque «jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento» (Jn 9, 32).

Una vez curado de su ceguera el Maestro supo que lo habían expulsado de la sinagoga y le preguntó: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» (Jn 9, 35); él contestó: «Creo, Señor. Y se postró ante él» (Jn 9, 38). 

El Señor espera de todos nosotros una actitud de fe, de seguimiento y de adoración; espera que nos levantemos y que nos pongamos en camino con prontitud, como la Virgen María. ¡Queridos seminaristas, levantaos y poneos en camino, para seguir al Maestro, que os ha llamado para servirle a él y a su Iglesia!

6.- No solo el ciego de nacimiento, sino todo ser humano está llamado a caminar a la Luz de Cristo y a seguirle como discípulo. De modo especial están llamados a caminar a la Luz de Jesucristo los candidatos al sacerdocio ministerial.

San Pablo nos recuerda: «Antes sí erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor» (Ef 5, 8); «vivid como hijos de la luz» (Ef 5, 9), buscando lo que agrada al Señor (cf. Ef 5, 10). Este es un plan de vida precioso.

Para agradarle es preciso hacer su voluntad, dejando la nuestra a un lado, como también Cristo hizo la voluntad de su Padre, renunciando a la propia.

Queridos hermanos, pedimos a la Santísima Virgen María que nos ayude a responder con diligencia al Señor y nos acompañe en el camino de nuestra vida. E imploramos también la intercesión de san José, patrono de la Iglesia universal y protector de las vocaciones al sacerdocio, para que nos ayude a ser fieles a la misión que el Señor nos confía, como Él fue un servidor fiel y obediente a la voluntad de Dios. Amén.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo