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«Mis vecinos me ayudaron mucho en el segundo embarazo»

Publicado: 16/05/2012: 1360

Rabi dejó su casa, su familia y su Togo natal cuando tan sólo tenía 21 años. Se fue con la maleta llena de ilusión y esperanza al encuentro del que sería su futuro marido. La estación de destino: Alemania.

El país teutón fue su primer contacto con Europa pero, tras cinco años, el nacimiento de su primer hijo y un trágico acontecimiento personal, la llevó a cambiar de aires y venir a España, al sur, a Málaga. Desde entonces, la parroquia Cristo Rey-Nuestra Señora del Rosario, en la que están los Misioneros de la Consolata la acogió.

Siete años han pasado desde que llegase a la Costa del Sol, ha tenido a su segundo hijo y ha echado raíces. Pero como a todos, la crisis les sorprendió, acabó con el trabajo de su marido en viveros de Chu­rriana y ahora con su esposo en paro y ella ‘echando horas’ como empleada de hogar trata de sa­car a su familia adelante en unos tiempos difíciles.

–¿Cómo fue su proceso de adaptación a la forma de vida europea en general y malague­ña en particular?

–Al principio me costó adaptar­me, sobre todo en Alemania. Me costó aprender el idioma, estar lejos de casa... en España ha sido todo mas fácil. Fui a clases de español, aprendí el idioma rápi­damente y me adapté sin proble­mas. Málaga se parece bastante a África en el clima, la alegría de la gente, la hospitalidad.

–¿Cómo ha sido acogida entre sus vecinos?

–Hemos tenido mucha suerte, tengo unos vecinos maravillosos. Me ayudaron mucho durante mi segundo embarazo y me siento muy querida.

–¿Cree que es posible mante­ner sus tradiciones o es nece­sario cambiarlas por la de su país de acogida?

–Afortunadamente mantene­mos nuestras tradiciones, somos musulmanes y solemos ir a una mezquita cercana. Estar en otro país y respetar las tradiciones y costumbres autóctonas no im­plica tener que dejar de lado las tuyas propias. Se trata de res­petarnos los unos a los otros y convivir en armonía.

–¿Qué añora de su país? ¿Vol­vería?

–La verdad es que sí que echo en falta mi país, mis tres herma­nos, tíos, primos, la comida, las celebraciones... pero mi familia está aquí y sé que cuando vaya­mos a Togo, lo haremos solo de visita, no para quedarnos... a mí me gustaría volverme, pero mi vida está ahora aquí.

–¿Cómo le afecta a un inmi­grante la crisis?

–Mucha gente nos acusaba an­tes de robarles sus trabajos, pero ahora con la crisis se han dado cuenta que cuando se des­truye empleo el primer perju­dicado es el inmigrante. Lo es­tamos pasando mal, porque los españoles al menos tienen a sus familias para ayudarles. Las fa­milias están aliviando el drama de la crisis, pero los inmigrantes estamos solos y nuestras fami­lias están lejos. Creo que en un mundo ideal nadie dejaría su país para siempre.

–¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

–Es difícil hablar de futuro cuando estás concentrado en cuidar a los tuyos y salir adelan­te durante el día a día. Nuestro principal objetivo es que mi ma­rido encuentre trabajo y entre los dos poder capear esta difícil situación.

Autor: Raúl Pérez Aguilera

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