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La apuesta radical por lo humano

Publicado: 23/09/2010: 849

Precisamente porque somos seguidores de Jesucristo, nada humano nos debe ser ajeno. En la presente situación de cambio en la que nos encontramos, corremos el riesgo de caer en los dos extremos: en el “pensamiento débil”, que considera inadmisibles los principios éticos permanentes; y en el extremismo inmovilista, que teme a todo lo nuevo y se encierra en el pasado.

El Vaticano II enseña que “los cristianos, en su peregrinación hacia la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de arriba”, y “esto no disminuye nada, sino que más bien aumenta la importancia de su tarea por trabajar juntamente con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano”. Esto significa que “lo cristiano” es más amplio que “lo específico cristiano”. Con otras palabras, que “lo cristiano” engloba todo lo que es radicalmente humano. De ahí que no sólo tenemos que vivir en la tensión de las Bienaventuranzas, sino que tenemos que trabajar también por los derechos humanos, por la defensa de la tierra que es nuestra casa y nuestro huerto, por el desarrollo del saber en todas sus vertientes, por la igual dignidad del hombre y de la mujer, y por la libertad de pensamiento y expresión. Precisamente, porque nada humano nos puede ser ajeno.

Esto no quiere decir que nos alejemos de nuestra tradición de fe, ni que leamos las Sagradas Escrituras por libre, al margen de la tradición de fe que se nos ha dado. Pero, tenemos que ser conscientes de que esa tradición de fe es una realidad viva, que nos permite y nos invita a aplicar el Evangelio al momento y a las circunstancias históricas en las que nos encontramos. Sin convertirnos en víctimas del “pensamiento débil” con su relativismo, ni del pensamiento único con sus aristas y sus miedos. No olvidemos que el tuciorismo es una actitud moral rechazada y condenada por la Iglesia.

                                                                                                                                                                                         Juan Antonio Paredes

Autor: diocesismalaga.es

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