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La Iglesia, un corazón que ve

Publicado: 23/06/2010: 583

Este domingo, el Papa centraliza el amor de la Iglesia a los pobres. Nos lo explica el artículo de Redacción de esta semana en la revista "Diócesis".

 Este domingo la Iglesia celebra la colecta del Óbolo de San Pedro, con ocasión de la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo. Aunque el diccionario de la Real Academia Española lo define como la “contribución económica de los fieles católicos de todo el mundo para el sostenimiento de la Santa Sede”, Benedicto XVI, al inicio de su pontificado, dedicó unas palabras a actualizar el sentido de este gesto. En un discurso dirigido a los socios del Círculo de san Pedro, el 25 de febrero de 2006, el Papa dijo que ésta es “la expresión más típica de la participación de todos los fieles en las iniciativas del Obispo de Roma en beneficio de la Iglesia universal. Es un gesto que no sólo tiene valor práctico, sino también una gran fuerza simbólica, como signo de comunión con el Papa y de solicitud por las necesidades de los hermanos; y por eso, vuestro servicio posee un valor muy eclesial”.

ORIGEN DE LA COLECTA

El sentido del Óbolo no es sostener económicamente la estructura vaticana, sino apoyar las iniciativas de caridad emprendidas por los sucesores de Pedro al servicio de toda la Iglesia.  Como la Santa Sede explica a través de sus fuentes informativas, los orígenes del Óbolo de san Pedro se encuentran en el nacimiento del cristianismo, que ya en sus primeros años consagró la práctica de ayudar materialmente a quienes tenían la misión de anunciar el Evangelio, para que pudieran entregarse enteramente a su ministerio, atendiendo también a los menesterosos (Hch 4,34; 11,29).


Los anglosajones, tras su conversión, a finales del siglo VIII, se sintieron tan unidos al Obispo de Roma que decidieron enviar de manera estable una contribución anual al Santo Padre. Así nació el Denarius Sancti Petri (limosna a san Pedro), que pronto se difundió por todos los países europeos.  Ésta, como otras costumbres semejantes, ha pasado por muchas y diversas vicisitudes a lo largo de los siglos, hasta que fue regulada de manera orgánica por el papa Pío IX en la Encíclica Saepe Venerabilis (5 de agosto de 1871).

ALGO MÁS QUE DINERO

Este domingo, los cristianos de todo el mundo estamos llamados a sentirnos Iglesia, miembros de una institución que comparte. Esa conciencia nos llevará a contribuir económicamente con el Papa, como explicó Juan Pablo II, en la atención a “las crecientes necesidades del apostolado, las exigencias de las comunidades eclesiales, especialmente en tierra de misión, y las peticiones de ayuda que llegan de poblaciones, personas y familias que se encuentran en condiciones precarias”. Pero nuestro apoyo al Santo Padre nos compromete también a hacer un esfuerzo especial por conocer la verdad de la Iglesia y su magisterio, por apoyar afectivamente su lucha por quienes sufren cualquier tipo de violencia o injusticia; y a unir nuestras oraciones para que esta familia, que peregrina tras los pasos de Jesús de Nazaret, encuentre en el Señor la fuerza necesaria para no perder el rumbo en el camino.
 

Autor: diocesis

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