NoticiaEl santo de la semana Santa Soledad Torres Acosta, el gozo de servir a los enfermos Fotograma de la película Luz de Soledad sobre la vida de Soledad Torres Acosta Publicado: 11/10/2021: 11114 El 11 de octubre, la Iglesia celebra la fiesta de santa María Soledad Torres Acosta, madrileña nacida en 1826 y fundadora de la Congregación de Siervas de María Ministras de los Enfermos. Su vocación de servicio gozoso a los enfermos la comenzó a ejercerla con 28 años junto a la comunidad que fundó el P. Miguel Martínez Sanz en el barrio de Chamberí; pero tras diversas vicisitudes se estableció de forma independiente como superiora de un pequeño grupo de hermanas que fue reconocida posteriormente por las autoridades diocesanas. Su papel heroico en la epidemia de cólera de 1865 hizo que se ganaran el afecto de todos los madrileños. La congregación siguió creciendo y extendiéndose, no sin las dificultades propias de toda obra de Dios que tiene que ser probada, hasta después de su muerte, en 1887. «Abierta a Dios y a los hermanos –cuentan de ella sus hijas espirituales–, se convirtió en la mujer audaz que, captando las necesidades de su tiempo, supo dar una respuesta acertada a través del carisma, don precioso para la Iglesia, siendo ella misma, testimonio vivo, gozoso y creíble en su tiempo». Desde calle Pintor Sorolla, irradiando gratuidad y alegría La llegada de las Siervas de María a la diócesis de Málaga se remonta al año 1940, el 19 de enero, siendo acogidas por las Madres Reparadoras. La ubicación fue “peregrina” hasta que en 1996 quedaron instaladas en la Avenida Pintor Sorolla, 9. Allí desplegaron su carisma misión de “asistencia a los enfermos preferentemente en sus domicilios y con mayor incidencia, de noche”. También han ejercido su misión en el Hospital Parque San Antonio y en el Centro Asistencial de las Hospitalarias. En 1997 dejaron la misión externa y dedicaron esta casa a enfermería provincial de Andalucía para sus hermanas mayores y enfermas. Y allí siguen hoy trabajando las 17 hermanas que componen la comunidad, como ellas mismas relatan, «desde el silencio, la gratuidad y la alegría de sentirnos samaritanas, respondiendo al mensaje evangélico “estuve enfermo y me visitaste”, con el cariño, esmero y valor corredentor de “María al pie de la Cruz de Jesús”».