NoticiaEntrevistas Santiago García Mourelo: «Vivimos demasiado fuera de nosotros, pero sin sentido» Santiago García Mourelo, Salesiano y profesor de la Facultad de Teología de Comillas, durante la conferencia // P. SÁNCHEZ Publicado: 21/05/2018: 12604 Santiago García Mourelo (Madrid, 1978), salesiano y profesor de la Facultad de Teología de Comillas, pronunció una de las conferencias del ciclo “Retos de la indiferencia religiosa hoy” organizado por los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga. “Búsqueda de una espiritualidad sin Dios” fue el tema sobre el que profundizó. ¿Es posible una espiritualidad sin Dios? Claro que sí. La espiritualidad es expresión de que nuestra vida es algo más de lo que vemos. Algo más de lo que nos sucede en el tiempo. Es la expresión de nuestra naturaleza más íntima, donde aspiramos a transcender, a elevarnos o a profundizar, a dar sentido y destino a la vida. Desde ahí, cada uno puede reconocer ese destino y ese sentido en lo que quiera. Nunca dejamos de ser libres, aunque sea limitadamente. Otra cosa es que acertemos con la forma de espiritualidad que dé respuesta a nuestras exigencias más íntimas. Por eso, no es lo mismo encauzar nuestra espiritualidad con Dios, en Dios y hacia Dios, que hacerlo hacia aquello que, no siendo Dios, lo adoramos como si lo fuese. ¿A qué se debe la indiferencia religiosa hoy? Hay muchos factores. Los modos de vida, en ocasiones muy superficiales, otras muy acelerados, otras muy individualistas. La forma de comprender la vida y al ser humano, como si solo fuéramos animales un poco más avanzados que tenemos que seguir nuestros impulsos primarios, o la vida y el mundo, como si no fuesen más de lo que ve y se vive en la historia. La mentalidad positivista, que comprende las cosas en función de lo que se puede medir, conocer con nuestra razón y controlar. También, la falta de testimonio de la Iglesia y de cada cristiano, en ocasiones alejados de los demás, o con complejo de superioridad, o viviendo de la misma manera que cualquier otro, como si Dios no existiera. ¿Somos también los cristianos indiferentes? ¿A qué? Somos parte de la cultura en la que vivimos y en la que el Evangelio se encarna, por eso también podemos ser indiferentes. Indiferentes con las exigencias de la fe: la entrega gratuita y desinteresada, la comprensión y el perdón a todos y en todo, el compromiso con los más necesitados, las exigencias de nuestra fe a nivel intelectual, la rebaja de nuestra vida comunitaria y celebrativa… o indiferentes de cara a Dios, cuando sabemos bien lo que nos pide y hacemos oídos sordos. ¿Por qué tienen tanto éxito los métodos de meditación y relajación y la búsqueda de uno mismo? Creo que hay dos motivos fundamentales. Uno es el contexto que provoca esa necesidad. Estamos en una cultura que nos hace vivir demasiado fuera de nosotros, pero sin sentido, o con un sentido hiperproductivo y acelerado que nos agota. Desde ahí, el segundo motivo: estas prácticas, al ser muy sencillas de aplicar y al generar la serenidad buscada, son bien acogidas. Por otra parte, siempre resulta atractivo aquello que pueda parecer exótico. ¿Qué tenemos que ofrecer, los cristianos a esta búsqueda? Urge recuperar una espiritualidad auténticamente cristiana. Centrada en la acogida de Jesucristo, en la relación íntima con él, a través de su Palabra y el compromiso gratuito y desinteresado con los demás. Hay que hacer experiencia de ello y saber contarla para que se muestre auténticamente vivible, más allá de formulaciones que puedan resultar abstractas, aunque sean necesarias.