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Santa María de la Victoria (Catedral-Málaga)

Mons. Catalá durante el Pontifical en el día de Santa María de la Victoria 2023
Publicado: 08/09/2023: 7127

Homilía pronunciada por el Sr. Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, en el Solemne Pontifical con motivo de la fiesta de la patrona de Málaga y su diócesis, Santa María de la Victoria.

SANTA MARÍA DE LA VICTORIA

(Catedral-Málaga, 8 septiembre 2023)

Lecturas: Miq 5, 1-4a; Sal 12, 6; Rm 8, 28-30; Mt 1, 1-16.18-23.

María, Madre del amor hermoso

1.- Un saludo fraterno a los sacerdote y ministros del altar, a la junta y miembros de la hermandad de Santa María de la Victoria, autoridades, representantes de instituciones, asociaciones y cofradías de nuestra diócesis, hermanos todos.

Celebramos hoy la Natividad de la Virgen María, madre del Salvador y Redentor del mundo. Su maternidad es el título más importante, del cual derivan todos los demás.

En la Novena a la Virgen de la Victoria el predicador de este año, Rvdmo. Javier Guerrero, vicario episcopal, ha ido desgranando los diversos misterios de la vida de María, unida a la de su Hijo Jesús: anunciación, visitación a su prima Isabel, nacimiento de Jesús, Nazaret, bodas de Caná, la cruz y la resurrección. Finalmente, nos la ha presentado como «Estrella de la Evangelización». Agradecemos fraternalmente su reflexión, que nos ayuda a conocer mejor a nuestra Madre y amarla con mayor ternura.

En todos esos momentos de la vida de la Virgen de la Victoria resplandece su hermosura, su concepción inmaculada, su belleza virginal, su luminosidad y transparencia, su candor místico.

Hoy queremos contemplarla bajo el prisma de su belleza y dar gracias a Dios por las maravillas que ha realizado en María, la «toda pulcra».

2.- En el Misal Romano de la edición de 1962, que estuvo en vigor hasta la promulgación del nuevo Misal reformado según las normas del Concilio Vaticano II (Edición de 1970), se halla la misa de la «Beata María Madre del amor hermoso».

La expresión «madre del amor hermoso» aparece en el libro del Eclesiástico: «Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa» (24, 24); y desde el siglo X se ha empleado con frecuencia en las misas de la Virgen.

Según la tradición, tanto de Oriente como de Occidente, la Iglesia celebra el misterio y la misión de Santa María y contempla con gozo su espiritual belleza y su resplandor de santidad. Dios es «fuente de toda belleza»; Dios es la Belleza, la Verdad, la Bondad infinita; y la Virgen refleja esa hermosura, por ser la Madre de Jesús.

Según un prefacio mariano la Virgen es hermosa en su concepción, libre de toda mancha de pecado; hermosa en su maternidad virginal, por la acción del Espíritu Santo, como le dice el ángel a José en el evangelio que hemos escuchado: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1, 20).

María es también hermosa en la pasión y muerte del Hijo, aunque sea un momento trágico y doloroso, pues la belleza no viene a menos por el sufrimiento.  Y la Virgen es hermosa en la resurrección de Cristo, con el que reina gloriosa.

Hoy aclamamos a la Virgen como toda hermosa. Y os animo a repetir conmigo: “Santa María de la Victoria, eres toda hermosa” (los fieles repiten esta frase).

3.- La santísima Virgen es llamada «hermosa» por varias razones. En primer lugar, por el hecho de ser «llena de gracia» (Lc 1, 28), inmaculada y «adornada con los dones del Espíritu Santo» (Oración colecta 3), «resplandece toda hermosa (...) gloria de (su) Hijo y compendio de virtudes» (Oración colecta 2). En segundo lugar, porque María amó a Dios y a los hombres con amor virginal y hermoso, de esposa y de madre; no había en ella intereses egoístas, como suele ocurrir en el amor entre dos personas, que, aunque se llame “amor”, a veces es simplemente uso o manipulación del otro. Y, en tercer lugar, porque participó en el misterio de la concepción y del nacimiento de Cristo y en el de su muerte y resurrección; es decir, Ella aceptó con humildad, armonía y fidelidad el designio salvador de Dios.

Para expresar esta hermosura espiritual de santa María de la Victoria se emplean en la liturgia imágenes bíblicas, como la hermosura y el amor de la esposa del libro del Cantar de los cantares: «¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! (…) Toda bella eres, amada mía, no hay defecto en ti!» (Cant 4, 1.7). «Paloma mía (…) déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura» (Cant 2, 14).

La actitud prudente de María se compara a la sensatez de Judit (Jdt 11, 21); y su belleza al esplendor y la gracia de la reina, esposa del Rey mesiánico (Sal 45, 3).

Hoy queremos ensalzar la hermosura de la Virgen de la Victoria, fruto de su santidad y de la pureza de su alma. Repetimos todos: “Santa María de la Victoria, alabamos tu belleza divina” ((los fieles repiten esta frase).

4.- Sin embargo, en nuestra sociedad contrasta la hermosura de María con los cánones y los criterios de belleza, fundados en la apariencia y en lo externo y en lo caduco.

Queridos fieles, sobre todo los que tenéis responsabilidad en la educación, como padres, formadores y educadores, y quienes tenéis tareas responsabilidad y gobierno, ayudemos a nuestros jóvenes a vivir la belleza interior, porque muchas veces siguen las modas y los estímulos que les ofrece la sociedad buscando la apariencia; pero por dentro están vacíos y su vida no tiene sentido. Y, por desgracia, va en aumento el intento de suicidios e incluso cada vez en edades más tempranas. Todos somos responsables de este grave problema.

Hoy, contrastamos la belleza externa, que propone nuestra sociedad, y la belleza interior la Virgen María; y en ella tenemos un modelo para educar a las nuevas generaciones; porque la verdadera belleza nace de dentro, de la santidad y de la bondad de la persona y no caduca.

5.- Pedimos a la Virgen que nos ayude, no solo para contemplar su belleza y dar gracias a Dios por ella, a vivir también la belleza de Dios en cada una de nuestras almas y en las de los demás.

Santa María de la Victoria nos ofrece un ejemplo de santidad, que puede servirnos de estímulo en nuestro peregrinar terrestre, sobre todo en momentos de cansancio, de dudas y dificultades. 

Dios ha querido realizar en Ella una obra maestra: la mejor criatura que ha salido de las manos de Dios; ha creado una persona humana ejemplar toda la humanidad. Naturalmente, el hombre modélico es Jesucristo, por ser Dios; pero la Virgen es una criatura humana, símbolo de su amor divino y reflejo de su divina belleza.

La figura de la Virgen María nos hace ver que la creatura humana puede alcanzar la belleza de la perfección cristiana, si se abre a la acción del Espírito Santo y colabora con la gracia de Dios. Eso hizo la Virgen: abrirse a la acción del Espíritu y dejar que la modelara y configurara con Cristo; y eso se nos regala y se nos pide en el bautismo: que nos dejemos configurar con la belleza de Cristo.

En María vemos el ejemplo de una humanidad nueva, redimida, no contaminada por el pecado, que con la luz de su belleza ilumina nuestro camino.

6.- El «camino de la hermosura» es el camino de la perfección cristiana, que los fieles recorren con la Virgen María y se esfuerzan en «avanzar por las sendas de la santidad». Somos peregrinos en busca de la hermosura y del goce de la belleza divina en la otra vida; y pedimos a Dios que, «rechazando la fealdad del pecado», busquemos sin cesar «la belleza de la gracia» (Oración colecta 3).

A María dirigimos hoy nuestra oración confiada, para que interceda siempre por nosotros, nos permita contemplar su hermosura y nos acompañe en el camino de santidad y de belleza del amor de Dios.

Con ánimo de imitarla y de gozar de la belleza de Santa María de la Victoria, hacemos nuestra esta oración, tomada de una de las Misas de la Virgen: “Señor Dios, en tu presencia resplandece toda hermosa la Virgen María, tu humilde sierva, gloria de tu Hijo y compendio de virtudes; concédenos procurar, como ella, todo lo que es verdadero y noble, para llegar un día ante ti, fuente de toda belleza y autor del amor hermoso”.

Repetimos todos: Santa María de la Victoria, ayúdanos a gozar de la belleza divina” (los fieles repiten esta frase). Amén.

 

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