NoticiaEntrevistas Mons. Bernardito Auza: «Tengo esperanza en que la Iglesia responderá con propuestas positivas al desafío de la secularización» Publicado: 16/09/2021: 11700 Tras la Misa dominical de 10 en la Catedral de Málaga, mientras los concelebrantes terminan de quitarse las vestiduras litúrgicas, pedimos permiso para pasar a la sacristía a saludar a quien ha presidido la celebración, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza (1959. Talibon –Filipinas–). Atento a todos los que se le acercan, bendice una imagen de Fray Leopoldo que un devoto le presenta: «este beato es de aquí de Málaga. Es muy milagroso» –le explican–. Tras escuchar con interés las bondades del de Alpandeire, el diplomático se presta a fotografiarse con los presentes y con una amplia sonrisa que se intuye tras la mascarilla se dirige, acogedor, a nosotros: «Encantado de antederos». En el despacho del deán de la Catedral, el representante del Papa en nuestro país nos cuenta el porqué de su presencia en Málaga: «Anoche (por el día 11 de septiembre) acompañamos a la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Vélez Málaga en la Misa de apertura de su centenario y esta mañana, de paso por Málaga y antes de coger el tren de vuelta a Madrid, hemos querido hacer una visita de cortesía al Sr. Obispo y celebrar la Santa Misa en la Catedral. Enseguida partimos, porque hay otros compromisos». El diplomático no puede reprimir un gran gesto de felicidad cuando le informamos de que cientos de malagueños pudieron acompañar por las calles a la imagen de la patrona de la ciudad en su regreso en andas a su Santuario: «¡Qué alegría! ¡Gracias a Dios! Soy optimista con respecto a que pronto podamos recuperar la normalidad en el culto publico a las imágenes. En España la gente quiere vacunarse y me parece bien que ya lo haya hecho un gran porcentaje de la población. Pienso que la vida va a volver a ser normal y esperamos que también los actos de culto, las procesiones por las calles que en Andalucía son tan importantes. También para nosotros, los filipinos, son una expresión de nuestra fe, una expresión de la fe enraizada en la cultura, en la mentalidad de la sociedad. Las procesiones en la calle son una parte integral de nuestra práctica religiosa. Aquí en Andalucía o en mi país, no se puede entender un viernes santo, sin la procesión del Santo Entierro y de la Mater Dolorosa». Nacido en la isla de Bohol, Mons. Auza se muestra especialmente orgulloso de las raíces andaluzas de su fe: «este año celebramos el quinto centenario de la llegada del cristianismo a Filipinas en la que, por supuesto, Andalucía tuvo un gran protagonismo, porque, aunque Magallanes era portugués, su expedición partió de Sevilla y fueron numerosos los andaluces que se embarcaron junto a él». No todos los malagueños saben que la Nao Victoria, la única de aquella armada que regresó a puerto, capitaneada por Juan Sebastián Elcano, tras completar la primera vuelta al mundo, recibió su nombre por la devoción a la patrona de Málaga que los expedicionarios profesaban gracias a la réplica que los frailes mínimos habían llevado a Sevilla. «¡Qué lindo que la primera nave en circunnavegar la tierra lleve el nombre de la Virgen de la Victoria! Es muy significativo –añade–. En Filipinas hay mucha devoción por Nuestra Señora de la Naval de Manila, a quien se atribuye su intercesión después de la victoria de los españoles contra los holandeses así que, en cierta medida, también veneramos a la Virgen de la Victoria». El Santo Padre nombró nuncio en España a Bernardito Auza en 2019, mientras estaba en Nueva York como observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, un foro en el que se ha encargado de presentar la propuesta de ecología integral que ofrece el papa en Laudato Si´. El tema del cuidado del medio ambiente es, por tanto, uno de los temas que le toca más de cerca, por lo que recibió con mucho dolor la noticia del devastador incendio en Sierra Bermeja: «La cuestión del medio ambiente es prioritaria para nosotros los católicos. Cuidar la creación es un imperativo moral, teológico, podemos decir. El Señor nos ha confiado la creación y es responsabilidad de todos». Por eso, no entiende que haya algunos sectores de la sociedad que se opongan a este papel activo de la Iglesia. «Es difícil comprender por qué –señala–. Este es el campo de la Iglesia, es el campo de las religiones. Nosotros creemos que sí, que el cuidado de la creación es una responsabilidad religiosa. Más allá de lo que expliquen los científicos sobre el cambio climático, para nosotros es una cuestión de fe». Otro de los temas que más le preocupan es el del reciente terremoto de Haití, país del que fue nuncio de 2008 a 2014: «un terremoto no lo podemos controlar –afirma– pero por supuesto que sí podemos minimizar sus efectos, pues el problema de Haití es la pobreza y la precariedad de las construcciones. Este es el desafío de la Iglesia en Haití. En el temblor de 2010 yo estaba allí y se perdieron casi todas las iglesias, las escuelas, los conventos... Si ese mismo terremoto ocurre en Japón no habría habido tantos muertos porque sus construcciones están preparadas para ello. Esa ha sido la primera lección que hemos aprendido para reconstruir las iglesias, las catedrales, etc.: hay que seguir las normas internacionales de prevención». Los minutos pasan inexorables y las campanas de la Catedral nos recuerdan que el AVE no espera a nadie, por muy representante del Papa que se sea, y que hay que ir terminando. Pero los últimos datos del CIS que muestran un importante aumento de los españoles que se manifiestan ateos o no creyentes, merecen una última pregunta que no elude responder «En primer lugar hay que ver cómo se hacen los sondeos, porque se pueden hacer bien o mal. No obstante, la cuestión de la secularización es un desafío enorme para la Iglesia. Es un problema complejo, con multitud de factores que entran en juego, y que no solo afecta a los católicos, sino también a muchas iglesias protestantes. Nosotros no somos una excepción a este proceso. Particularmente pienso que, más que hablar de abandono, lo que se da es indiferencia a la práctica religiosa. En algunas zonas en España está bastante bien, mejor que en otros países de Europa occidental. Y luego en sociedades tradicionalmente católicas como Filipinas también hay ahora un proceso de secularización muy muy fuerte. Pasa como aquí, cada vez hay menos niños, menos hijos... Es un problema que no solamente se verifica en España sino también en otras partes del mundo, pero tenemos la esperanza de que la Iglesia pueda responder a este reto y buscar soluciones y propuestas positivas para hacer frente a estos desafíos».