NoticiaCoronavirus «Sentí que estaba allí para interceder por tantos pacientes» Mª Carmen Gil, Carmelita Misionera Publicado: 30/04/2020: 24997 TESTIMONIOS Mª Carmen Gil es Carmelita Misionera de la comunidad de Torremolinos. Nos cuenta su experiencia de más de 20 días de ingreso en el hospital por Coronavirus. Gracias a Dios, desde el lunes día 20 de abril, después de haber permanecido aislada en el hospital más de 20 días, por fin, la PCR que se resistía a lo largo de todo este tiempo, cedió y dio negativa. Ha sido una experiencia única, como os podéis imaginar, no obstante el malestar sufrido, no pudo con mi aptitud de adoración, acción de gracias, paz y gozo. Y toda mi admiración, reconocimiento e inmenso cariño a los profesionales sanitarios y a todo el personal del hospital. Como he permanecido casi todo el tiempo sola en la habitación, tuve muchas horas del día y de la noche para acoger esta experiencia tan desconcertante como apasionada. Sentí que Dios, en su misericordia, en tiempo de Cuaresma, me llevó a ese desierto también poblado de palmeras por la presencia asombrosa y desconcertante del manantial de agua viva.Sentí que estaba allí para interceder por tantos pacientes sufrientes y por las familias de los profesionales, que no pueden verlos por temor al contagio. Un momento muy importante para mí fue la presencia de los capellanes que, a partir del 10 de abril, me llevaron la comunión y el día 13, la unción de enfermos. Ese mismo 10 de abril, Viernes Santo, cumplía 72 años de vida. He recibido tantos testimonios que aún no puedo cantar físicamente, pero sí de corazón, el salmo que dice: “Este es el día que hizo el Señor... Es el Señor quien lo ha hecho, y sigue siendo un milagro patente”. Ha sido un tiempo de pérdida de fuerza física, incluso de pérdida del gusto y el tacto. Me temblaba el pulso cuando escribía, pero siempre permanecía el corazón lleno de gratitud y de oración de intercesión. Y ese 20 de abril, grabado en mi memoria para siempre, eran las 12.15 horas cuando apareció un médico nuevo con los informes de alta hospitalaria, que ni mi compañera Angelita ni yo esperábamos. El médico me propuso un taxi para regresar a casa, pues las ambulancias estaban súper saturadas y no se podía predecir la hora a la que se quedarían libres. En esas estábamos el médico y yo cuando entró uno de los capellanes, que no quiere que diga su nombre porque se sabe siervo de Dios, le comenté que estaba esperando cómo poder regresar a Torremolinos y no lo dudó: “yo te llevo en mi coche. No sé el camino, pero pongo el GPS. Me esperas un ratillo, que tengo que llevar la comunión a algunos pacientes más, y aquí estoy ya mismo”. Y así lo hizo, no tengo palabras para agradecerle. Al salir de la habitación, que estaba en la quinta planta, me topé con un grupo numeroso de profesionales y no profesionales, que me esperaban para darme un aplauso por haber superado al COVID-19 después de más de 20 días. Todavía me emociono cuando lo recuerdo. Les dije que toda la comunidad de Carmelitas Misioneras de Torremolinos, las 25, seguiríamos apoyándoles con nuestra eterna gratitud, cariño y oración. Al salir a la calle, no os podéis imaginar el impacto tan agradable que fue experimentar el aire y el sol en la cara después de tantos días con puertas y ventanas cerradas. Y allí en la puerta me recogió mi capellán, quien amablemente me llevó de regreso a casa. Por el camino me decía que entre los capellanes se hablaba de una “santita” cuando se referían a mí, y no lo negué porque ya nos dijo Jesús: "Sed santos como vuestro Padre celestial es santo" (Mt. 5, 48), y continué: «no crees que tú eres santo, exponiendo la vida voluntariamente, no solo llevando la comunión, sino también ayudando a los demás». Y así fuimos charlando todo el camino hasta que me dejó en la puerta de casa y me pidió que siguiéramos rezando por ellos. Cuando más enferma me encontraba, las enfermeras me ofrecían la visita del capellán, pero yo les respondía que la Eucaristía es un gran Sacramento, pero Dios es más que todos los sacramentos, y es que aún daba positivo y no quería contagiarlos al traerme la comunión. Ahora que pongo en orden todos estos recuerdos, lo hago para profundizar en la presencia de Dios en todos los acontecimientos. “Y sabed que Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28, 20 ). esta Palabra de Dios, se ve realizada cuando le pedimos aprender a mirar a las personas y a los hechos con los ojos iluminados del corazón. Que el Señor Resucitado nos regale su misma vida nueva.