NoticiaLiturgia Adviento: tiempo de preparar la llegada del Niño Publicado: 29/11/2022: 11604 Preparación El sacerdote malagueño Alfonso Crespo acaba de publicar “Páginas del Evangelio”, una obra con la que ofrece una meditación para cada domingo del año. Recopilamos algunos de los textos en los que alude a este tiempo litúrgico de espera de la Navidad El Adviento es un tiempo preparatorio de la Navidad. Adviento quiere decir «venida». Durante las cuatro semanas del Adviento la Iglesia nos pone delante lo que fue la perspectiva histórica de la venida del Mesías, el acontecimiento mismo de su venida y la continua presencia de Dios en el mundo. También se nos prepara y advierte de otra gran venida en majestad, llamada Parusía, reservada para el final de los tiempos. No todos los tiempos litúrgicos tienen igual peso e importancia. La primacía la tiene el Triduo Pascual, la conmemoración de Cristo muerto, sepultado y resucitado: todos los tiempos litúrgicos convergen en la Pascua y de ella reciben la luz y significado. Adviento forma una unidad con Navidad y Epifanía. Del mismo modo que la Cuaresma desemboca en la Pascua de Resurrección, el Adviento desemboca en la solemnidad del Nacimiento de Jesús que abre el tiempo de Navidad-Epifanía. En los dos casos es una fiesta la que hace de eje tanto del período que la antecede como del que la sigue: Pascua de Resurrección y Pascua de Navidad, como popularmente se designa a la segunda gran celebración anual del año cristiano. El Adviento es el tiempo de los vaticinios mesiánicos y de la esperanza de la Iglesia. Por eso, las lecturas se centran en las profecías y anuncios del nacimiento de Jesús como Mesías y de su última venida al final de los tiempos. Es un tiempo de “espera activa y de vigilancia” para estar preparados para la venida del Señor: las lecturas de Isaías y Zacarías y la actitud de Isabel, Juan el Bautista y María así nos lo acreditan. En Navidad celebramos la fiesta de la cercanía de Dios, porque Dios se hace hombre como nosotros. Dios está ahí, esperando de nuestra generosidad que le abramos el corazón. Dios se nos regala, está al alcance de todos. Por eso quizás son los pobres y sencillos de corazón los que tienen más alegría por su venida. Esta generosidad de Dios reclama de nosotros que intensifiquemos nuestra oración y nuestra atención a las necesidades del hermano. ¿Y qué celebramos cada domingo? DOMINGO I ADVIENTO (27 de noviembre). Es el domingo de la espera. Las lecturas resaltan la espera y nos invitan a estar en vela. Se acerca nuestra salvación. Se nos sugiere: «Vigilad y estad despiertos». El Señor está ya cerca. Y nosotros gritamos: ¡Ven Señor Jesús! Primer Domingo de Adviento, la espera DOMINGO II ADVIENTO (4 de diciembre). Es el domingo de la conversión. El personaje central de este domingo es Juan Bautista que aparece en el desierto, llamando a la penitencia y la conversión; nos grita: «Convertíos, se acerca vuestra salvación». Ello provoca en los creyentes la necesidad de abrir el corazón a la salvación que nos trae Jesús. Segundo Domingo de Adviento, ya llega vuestra liberación DOMINGO III ADVIENTO (11 de diciembre). Es el domingo de la alegría. En medio del Adviento se sitúa este domingo, que se llama Gaudete: ¡alegraos! Las oraciones de la Misa y las lecturas nos invitan a estar alegres por la venida del Salvador. En el evangelio se hace una pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?». Los signos que acompañan al Salvador nos acreditan que está entre nosotros: ¡Alegrémonos! Tercer Domingo de Adviento, la alegría DOMINGO IV ADVIENTO (18 de diciembre). Es el domingo del anuncio. Los domingos anteriores nos anuncian la venida del Mesías. Ahora María y José se preparan para recibirlo. El ángel anuncia el nombre del Niño: «se llamará Jesús y salvará a su pueblo de los pecados». María e Isabel intercambian su gozo. Y María nos regala el Magníficat como la oración del Adviento. Nosotros nos disponemos a recibirlo con el mismo amor de María y gritamos: ¡Llega el Mesías Salvador! Cuarto Domingo de Adviento, la esperanza Las fiestas de Natividad y Epifanía Navidad es todavía hoy una celebración muy sentida. Se puede decir que es una fiesta litúrgica que ha penetrado en la cultura. Existen ciertamente aspectos negativos como el desenfrenado consumismo que hace olvidar al auténtico regalo, que es Cristo. Pero la Iglesia ha mantenido en sus celebraciones el sentido genuino de la Navidad. La solemnidad de Navidad, preparada por el tiempo de Adviento, se introduce con las primeras Vísperas, se celebra con la Vigilia y la Misa de Medianoche, la Misa del Gallo, una de las más solemnes del año; se prolonga además, con la Misa de la Aurora y del día 25 siguiendo la antigua tradición. El tiempo festivo de la Navidad se alarga con la celebración de una octava, en la que se celebran diversas fiestas: - El Día de la Familia (30 de diciembre): fiesta entrañable que nos presenta a Jesús rodeado de María y José, manifestándonos en la imagen de la familia el Misterio de la Trinidad. - La fiesta de María, Madre de Dios (1 de enero): celebramos el primer título de María: ella es ante todo la Madre del Señor. En esta jornada se celebra también el Día de la Paz, uno de los dones que nos trae el Mesías y del que tanto necesitamos. - El Día de Epifanía (6 de enero): que nos recuerda, con la popular fiesta de los Reyes Magos, la manifestación de Dios a todos los pueblos, a Oriente y Occidente. - La fiesta del Bautismo de Jesús (8 de enero, domingo después de Epifanía): en la que Jesús es presentado por el Padre a los hombres: ¡Este es mi Hijo amado, escuchadle! El Bautismo de Jesús nos invita a renovar la gracia de nuestro Bautismo.