NoticiaEntrevistas Mons. Francisco J. Orozco: «La rutina se lo carga todo. Hagamos nueva cada Pascua» Mons. Francisco Jesús Orozco, obispo de Guadix Publicado: 06/05/2019: 19109 D. Francisco Jesús Orozco (1970, Villafranca de Córdoba) es el obispo titular más joven de España. Al frente de la diócesis accitana desde el pasado 22 de diciembre de 2018, forma parte del departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española y es delegado de los Medios de Comunicación Social de las diócesis del Sur. Participó en la clausura, en Vélez-Málaga, del centenario de la Congregación de las Hijas del Patrocinio de María, de uno de cuyos colegios fue usted alumno. ¿Qué recuerdos tiene y cómo se mantienen vivos? Son muchos. Estamos hechos de recuerdos, y los míos son preciosos, de personas concretas que hoy me hacen valorar muchísimo todo lo que la Iglesia, a través de ellas, me ha dado a lo largo de mi vida. Las religiosas del Patrocinio de María, además de en la Diócesis de Málaga, están presentes en otras partes de España y el mundo, especialmente en Latinoamérica. Y en el pueblo en que nací, en Villafranca (Córdoba), tienen una guardería y un colegio, donde yo me eduqué en mis primeros años. Recuerdo cómo Sor María Estepa me enseñaba a escribir las primeras letras, la labor de aquellas religiosas entregadas, la Virgen del Patrocinio... Doy gracias hoy al Señor porque ya estaba preparando mi vida de fe y mi adhesión al Señor. Hoy miro hacia atrás y doy gracias porque la Iglesia, maestra y experta en humanidad, a través de estas congregaciones religiosas y de las instituciones educativas, sabe formar integralmente, dando lo más importante. Ya ha dado comienzo el Año Jubilar de san Juan de Ávila en Montilla, donde aún permanece su profunda huella. ¿Ha sido importante en su vida sacerdotal? ¿De qué modo? Mi primer destino sacerdotal fue a la tierra donde reposa san Juan de Ávila, una parroquia cerquita del Santuario, la de San Francisco Solano, que entonces regentaban los jesuitas. Allí me crié como sacerdote, a la sombra de este gran santo, patrón del clero secular y doctor de la Iglesia. Y este año muy contento de poder celebrar hasta el mes de mayo de 2020 el 450 aniversario de su fallecimiento, el 125 de su beatificación y el 50 de su canonización, efemérides preciosas para recuperar su magisterio sobre todo para los sacerdotes, pero también para todos los laicos y la Iglesia universal. Y en mi vida es, ha sido y será un maestro y un referente. Es como recordar a esos maestros, catequistas, consejeros, a aquellas personas que nos han marcado. Y san Juan de Ávila sigue siendo eso para mí, para muchos sacerdotes y para toda la Iglesia. Me he educado en su magisterio y me ayuda muchísimo como sacerdote y como obispo. Le pido a Dios que me ayude a ser el obispo, el sacerdote, el pastor que la Iglesia necesita. En enero de este año fue usted nombrado obispo delegado del Sur de España para los Medios de Comunicación Social. ¿Cuál es el principal reto que se plantea en esta misión? Lo que quiero es acompañar y saber hacerlo bien, aprender mucho de las magníficas delegaciones de Medios de las diócesis del Sur, y juntos buscar y expresar la verdad de la Iglesia, para llevar a todos, en nuestra forma de comunicar, el Evangelio de Cristo. No hay otro reto para aquellos que estamos en esta tarea. Decirles a todos que Cristo vive, que es el sentido de la vida, y que por eso todo lo que contamos quiere llevar ese espíritu. El reto es acompañar, aprender y juntos, seguir diciendo al mundo la única verdad de Cristo que salva al hombre y que da sentido a su vida. Nietzsche decía que los católicos no teníamos cara de creernos que Cristo ha resucitado. ¿Nos acabamos de creer el mensaje Pascual o se ha convertido en algo así como una fake new, que "retuiteamos" sin experimentar? El gran problema del corazón del hombre es caer en la rutina. Y la rutina se lo carga todo. ¡Qué triste es cuando un matrimonio, unos amigos caen en la rutina y hacemos ordinario lo extraordinario! A veces nos puede pasar eso, acostumbrarnos a que Cristo nos salva y no descubrir lo que dice el Apocalipsis de Jesús: «Todo lo hago nuevo». Esta Pascua es siempre la misma y siempre diferente. Ojalá no nos acostumbremos, y tanto en la Pascua como en toda nuestra vida, demos testimonio verdadero y auténtico de esta resurrección que cambia la vida del hombre. Deseo que, en la oración, en el Sagrario, en los sacramentos, en la vida de la Iglesia, experimentando lo que Él hace con cada uno, podamos expresarlo como Iglesia sin caer en la rutina. ¡Hagamos de todo algo nuevo! Siempre ha estado vinculado pastoralmente a la juventud, forma parte del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española (además de ser el obispo titular más joven de España). ¿Cómo ha vivido el camino sinodal sobre los jóvenes? Con mucha alegría, porque creo que el Espíritu Santo ilumina a la Iglesia y lo ha hecho con el Papa para marcar estas grandes prioridades en la pastoral universal de la Iglesia: las expresadas en los sínodo de la familia y de los jóvenes. Es estupendo que, una vez más, se ponga en el centro de nuestra pastoral a los que son, no ya el futuro, sino el presente de la Iglesia, y que podamos oir a los jóvenes, sus inquietudes, sus esperanzas, sus sueños... El sínodo es ese camino de escucha (la "pastoral de la oreja", que dice el Papa) para poder mirar con verdad, teniendo en cuenta a estos protagonistas de la evangelización que son los jóvenes, caminar junto a ellos, y afrontando los retos que nos plantea el mundo en estos momentos. Lo he vivido muy intensamente, tras tantos años trabajando junto a los jóvenes. La pelota ahora está en nuestro tejado. ¿Qué novedad aporta el Sínodo a la pastoral que llevamos a cabo en nuestras comunidades? Efectivamente, está en nuestro tejado. Es muy bonito y auténtico leer la exhortación apostólica postsinodal "Cristo vive", porque hay que trabajarla en nuestras diócesis, en las parroquias, con los jóvenes. Estudiarla con profundidad y sacar las consecuencias que tenemos que inculturizar en cada lugar para que los jóvenes sean realmente protagonistas de la evangelización allí donde les toca vivir. El Papa lo dice en la introducción de esta carta a los jóvenes: todo lo que toca Jesucristo se vuelve joven. Eso es lo que debemos intentar, que Jesucristo, a través de los jóvenes, siga tocando todo, para hacerlo nuevo y llenarlo de vida.