Como capellán del Centro Penitenciario de Archidona, he de confesar que vivo estos días de Pascua desde el silencio, la oración y la comunicación constante con los internos, a través de  sus educadores. Pues a partir del 9 de marzo, por seguridad de los presos, antes de declarar el Estado de Alarma, suspendieron todas las visitas externas incluido al capellán y los voluntarios. No obtante, les hemos escrito cartas de ánimo y de fe en el Cristo muerto y resucitado, y les hemos invitado a resistir ante el coronavirus. Gracias a Dios, sabemos por los mismos medios que no ha habido ningún caso positivo de contagio entre los presos.

Quiero aclarar que la foto que he elegido ciertamente no es del Centro Penitenciario de Archidona sino del Penal Ancón II de Lima (Perú), donde fui capellán durante cuatro años. Y la razón de elegir esta foto es recordar y orar también, en estos días marcados por el miedo al Coronavirus, por aquellos presos en las cárceles de Perú, hacinados, hambrientos y sin atención médica.

Y ahora, como capellán de Archidona, afortunadamente, confieso que nuestros centros penitenciarios españoles nada tienen que ver con aquellas cárceles de Perú por las que pasé. Quiero destacar la gran labor que vienen realizando desde dentro la dirección y los profesionales. Sé que los internos han rezado y se han hecho solidarios  cosiendo  mascarillas y enviando cartas y carteles de ánimo a los hospitales de Málaga. También la Capellanía ha organizado un concurso de poesías, reflexiones y dibujos sobre “El  Coronavirus y la Semana Santa en la cárcel”. Al verlos, nuestras lágrimas se han derramado ante el  reflejo de miradas llorosas, sufrientes y a la vez esperanzadoras que ya ven desde la ventana de sus celdas al Cristo Resucitado.

He vivido estos intensos días de Semana Santa, y ahora de Pascua, con esa mirada imaginaria tras los barrotes de una cárcel. Aislado en mi comunidad, he rezado, he celebrado la misa por ellos. Y les he felicitado las Pascuas de Resurrección. Y sus respuestas no se han hecho esperar: “Gracias padre Ángel a usted y a los voluntarios que no nos olvidan en estos duros tiempos del Coronavirus. Les esperamos”.