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JUAN AGUILAR. Infancia y Covid-19

Un niño mira por la ventana de su cuarto la calle. · Autor: Monika Pot (Unsplash
Publicado: 23/04/2020: 14821

Juan Aguilar Hurtado, médico psiquiatra

Lo que llamamos Pandemia Covid-19 ha sorprendido al mundo como una tragedia de dimensión inimaginable que sitúa al ser humano ante su vulnerabilidad.

Existe una diversidad de confinamientos en relación con las desigualdades psicosociales existentes que son potenciadas en estos momentos.

Esta crisis nos pone en un escenario de incertidumbre que nos dificulta hablar con certeza de cualquier previsión de futuro. Así ocurre al valorar las posibles repercusiones psicológicas en nuestra infancia, aunque si disponemos de información importante y segura. Sabemos que el confinamiento es pernicioso para el bienestar emocional y perturba el adecuado equilibrio que necesita el desarrollo psicológico del niño ya que afecta a la satisfacción de algunas de las necesidades básicas que tiene nuestros pequeños. Estas necesidades básicas son el amor, la estabilidad y bienestar emocional, la socialización, el juego, el aprendizaje y el ejercicio físico y muchas de ellas se ven alteradas o pueden verse alteradas por el confinamiento.

Por otra parte, nuestros hijos están sometidos a estresores como son el miedo, la incertidumbre, las perdidas afectivas, el aislamiento social, la intensificación de las circunstancias adversas y el aumento de las tensiones familiares. Existe una diversidad de confinamientos en relación con las desigualdades psicosociales existentes que son potenciadas en estos momentos. Las condiciones de la vivienda, el ambiente familiar, la presencia de discapacidad y trastornos mentales, el acceso a nuevas tecnologías, etc. agravará por último, lo que le ocurra en el confinamiento; le situará en una mayor vulnerabilidad, así mismo la pérdida económica, la enfermedad o muerte de familiares, el riesgo de los padres, la angustia de estos etc. serán claves para entender el daño psicológico provocado.

A pesar de este panorama existen diversas circunstancias favorables que protegerán y fortalecerán a nuestros hijos, así el refuerzo de los lazos familiares, la vivencia de solidaridad, la comprensión del sufrimiento y la existencia humana, la asunción de responsabilidades y la vuelta a una realidad tangible operarán en ese sentido. Recordemos hoy más que nunca el enorme potencial de sobreponernos ante la adversidad que tenemos sobre todo en la niñez. Nuestra capacidad de colaboración y la creatividad son las piedras angulares que lo permiten, por ello estoy seguro de que, aunque sufriremos, venceremos.

 

 

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