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Desde Corea del Sur vivo con mucho dolor la situación de España

Publicado: 24/03/2020: 21007

CRISIS CORONAVIRUS

Ester Palma es una misionera española en Corea del Sur. Pertenece a la Asociación Servidores del Evangelio de la Misericordia, y es muy conocida en su faceta de Youtuber. Desde su canal, ofrece distintos consejos para sobrellevar el aislamiento provocado por la pandemia desde la experiencia vivida en el país asiático, adonde el coronavirus llegó varias semanas antes que al nuestro y donde las drásticas medidas puestas en marcha para controlarlo están dando resultados muy positivos.

«Soy muy crítica con la gestión que está haciendo el gobierno español porque no puedo evitar compararla con la gestión que se ha hecho aquí y que se ha convertido en un modelo para otros»

¿Cómo estás viviendo desde Corea la situación de España?
La verdad es que lo estoy viviendo con mucha pena con muchísimo dolor, incluso con pánico porque es una película que ya hemos visto aquí. Y que sabíamos que se podía haber evitado si hubiera habido una buena gestión desde el principio, incluso una buena gestión ahora.
Personalmente soy muy crítica con la gestión que está haciendo el Gobierno español porque no puedo evitar compararla con la gestión que se ha hecho aquí y que se ha convertido en un modelo para otros países, que nos están siguiendo. Se están ignorando incluso las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, con lo cual no puedo más que rezar y esperar que todo vaya mejorando.

Y aún no sabemos hasta dónde puede llegar esta catástrofe sanitaria…
Veo con preocupación el siguiente salto, que es Latinoamérica y África. La verdad es que, si en España e Italia el coronavirus se está llevando tantas vidas inocentes y nos está robando tantas personas; pues en Latinoamérica y en África pienso que va a ser mucho peor. Va a ser terrible lo que vamos a ver en las próximas semanas porque está empezando. Le pido a Dios que nos dé entereza para sobrellevarlo.

¿Puede ser un momento de gracia en medio del sufrimiento?
Estamos en manos de Dios. Él sabe porque ha permitido todo esto. Precisamente en este tiempo de Cuaresma, de Pascua, es una Pascua para toda la humanidad. Esta situación nos va a hacer realmente muy humildes. Espero que las personas que están en posiciones de decisión y de gobierno puedan reflexionar en profundidad sobre políticas y sobre modos de gestionar en los que el hombre y el bien común estén en el centro y nunca los intereses de partido ni la ideología, y no lo digo solamente por el Gobierno que está ahora, sino por todos los gobiernos y por todas las posiciones de poder en las que siempre es muy fácil dejarse llevar por la tentación del interés particular en lugar de luchar por el bien común. Está siendo una cura, una purificación para toda la humanidad. Así lo veo, como una prueba muy grande.

También está sirviendo para sacar lo mejor del ser humano.
Hace unos días tuve el regalo de hablar con la Embajada de España y el embajador me comunicó  que ya está en contacto muy directo con el Gobierno de Corea con quien está intentando fletar ayuda para España. Dentro de sus posibilidades, claro, porque aquí la situación no está controlada, aunque está bastante mejor que en España. Van a intentar mandar ayuda y esto va a crear lazos de solidaridad muy grandes entre los países.

¿Cómo se ha organizado ahí la Iglesia Católica y qué podemos aprender de vosotros?
Aquí la Iglesia Católica lo ha gestionado muy bien. Desde el primer momento, cuando estaba empezando apenas la crisis, el día 23 de febrero, cuando todavía había menos de 100 casos y el Gobierno empezó a decir que no se saliera a la calle o que se saliera menos; muy rápidamente, en cuestión de solo tres días, decidió que se suprimían todas las reuniones, las oraciones, los grupos... Esto supuso una acción muy fuerte porque significaba no tener celebraciones del Miércoles de Ceniza. Te digo que en aquel momento apenas había ciento y pico casos, con cuál se hubiera podido pensar: “Bueno, esto es alarmismo, esto es exagerado, el Miércoles de Ceniza es una vez en el año", etcétera. Sin embargo, la Iglesia Católica siguiendo muy bien las indicaciones del Gobierno y dándose cuenta de que era una situación muy grave, enseguida colaboró.

¿Cómo lo vivisteis vosotros en vuestra comunidad?
Nosotros aquí somos una comunidad muy pequeña, de cinco personas, pero ese Miércoles de Ceniza teníamos un retiro de catequistas, con otras seis personas, pero aun así lo cancelamos. Desde aquel día, no se ha vuelto a celebrar ninguna Misa con fieles, ni ningún grupo se ha reunido. Está todo cancelado. Tenemos trato, pero porque nos encontramos por la calle, de uno en uno, con la distancia, con precaución, pero se ha disminuido al mínimo toda la actividad pastoral, misionera y litúrgica de la Iglesia.

¿Y el resto de los fieles?
Yo destacaría la unidad dentro de la iglesia. Todos han ido muy a una. No se han escuchado por aquí ese tipo de críticas cuestionando si conviene más o si conviene menos; simplemente se ha acatado y se ha esperado.

Vuestra experiencia con epidemias recientes es muy valiosa. A nosotros nos ha pillado de novatos…
Sí, esta es la tercera vez que tenemos casos parecidos y quizá eso también ha ayudado bastante. Hemos tenido dos coronavirus menos violentos. El primero fue el SARS en el 2003; luego, en 2015, el MERS, que vino de Arabia Saudita y tuvo pocos casos, pero sí era muy mortal. El índice de mortalidad era del 20%; al que agarraba se lo llevaba por delante. Por lo tanto, ante este tercer coronavirus, la sociedad y la Iglesia sabían que iba en serio, que era muy grave y que había que seguir las indicaciones. Por eso yo destacaría la rapidez y la obediencia, en el sentido de confiar que lo que se decida va a ser lo mejor.

Las celebraciones religiosas estarían además en el punto de mira tras ser una secta cristiana el mayor foco de infecciones del país (el 85% de los contagiados coreanos pertenecían a dicho grupo) ¿Teníais contacto con ellos?
Ha sido un caso muy doloroso. Tanto las iglesias protestantes más serias como la Iglesia Católica venían sufriendo bastante el acoso de esta secta que se llama Cielo Nuevo y Tierra Nueva (Shincheonji). Hacían misión de una forma muy agresiva, se infiltraban de manera secreta en los grupos parroquiales y te invitaban a estudiar la Biblia. Se llevaban a la gente a sus cultos y, la verdad es que tanto la Iglesia Católica como las protestantes estaban un poco quemadas por culpa de esta secta.

¿Cómo lo analizas? ¿Qué podemos aprender de esto?
En principio había como dos opciones. Decir: “¡Qué bien que les haya pasado esto porque ahora se está desmoronando esta secta!" y la otra opción era la de pensar: “¡Mira qué mal lo hacen, ha sido por culpa suya!”. O bien alegrarte por su mal o bien culparles a ellos de toda esta situación. Este acontecimiento nos ha ayudado mucho a abrazar esta realidad de la secta, a no juzgarles.
Tenemos que pensar que la gente que acaba en este tipo de sectas son gente que está normalmente un poco quemada, o bien de las parroquias porque han tenido algún roce con algún otro fiel; o son personas que no se han insertado bien en las iglesias protestantes, gente que está sedienta porque tiene heridas en su vida… Todo esto ha ayudado a hacer una reflexión de que toda la gente que se nos está yendo a la secta es gente a la que no le estamos dando lo suficiente, gente que está buscando más. Tenemos que hacer una reflexión de por qué tanta gente se nos está yendo a esta y a otras sectas más que estar ahora criticando o riéndonos de sus males. Cuando un miembro sufre, el cuerpo de Cristo que somos todos, sufre con él; y en este caso del coronavirus, le toque a quien le toque, sea del partido que sea, del color que sea, hay que situarse ante una víctima inocente de esa tragedia.

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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