Noticia Celebración y adoración Publicado: 05/06/2015: 15442 El domingo 7 de junio celebramos la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Tradicionalmente ha venido a llamarse de una manera más sintética: Corpus. Corpus Christi. Una interpretación unilateral del Concilio Vaticano II llegó a penalizar el valor de la adoración del Santísimo Sacramento, restringiendo en la práctica la Eucaristía al momento celebrativo. Es muy importante reconocer la centralidad de la celebración, en la que el Señor convoca a su pueblo, lo reúne en torno a la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida, lo alimenta y lo une a sí en la ofrenda del Sacrificio. Esta valorización de la asamblea litúrgica debe situarse en el justo equilibrio. La justa acentuación puesta sobre la celebración de la Eucaristía ha ido en detrimento de la adoración, como acto de fe y de oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. En realidad, es un error contraponer la celebración y la adoración, como si estuvieran en competición una contra otra. Es precisamente lo contrario: el culto del Santísimo Sacramento es como el ambiente espiritual dentro del cual la comunidad puede celebrar bien la Eucaristía. La acción litúrgica sólo puede expresar su pleno significado y valor si va precedida, acompañada y seguida de esta actitud interior de adoración.