Indica que una de las causas más frecuentes es la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso. Sin él la vocación no entusiasma ni suscita atractivo.

Su afirmación es contundente: «Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas». Llega a señalar que incluso en parroquias donde el sacerdote no es muy entregado y alegre, si en la comunidad reina un ambiente de fraternidad y fervor espiritual se despertará en algunos de sus miembros el deseo de consagrarse por entero a Dios y a la tarea evangelizadora.

Dos últimas indicaciones nos da el Papa para que se produzca este efecto. En primer lugar, la oración insistente al Señor y, también, perder el miedo a proponer a los jóvenes un camino de especial consagración.

Creo que este número 107 de la Exhortación puede ser un sencillo y claro test que sirva de examen para todas nuestras parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones, hermandades y cofradías..., de cara a promover las vocaciones sacerdotales y religiosas que, en el transcurrir del tiempo, puedan servirles y atenderles espiritualmente.

El Papa nos alienta a ser personas entusiastas superando, en éste y en otros muchos temas, la “mentalidad de vencidos”. Creemos en la fuerza y fecundidad de la presencia del Espíritu Santo en nuestra Iglesia, en la historia y en el mundo y estamos convencidos de que siempre es posible una nueva primavera vocacional.