Fue gran misionero y enamorado de la cruz. No del sufrimiento.  Sino de ese nudo de significados que la cruz encierra: dos maderos cruzados que nos hablan: el vertical, del ser humano erguido, enraizado y en pie, lanzado siempre como una flecha hacia lo alto; y el horizontal, como el ser humano en vocación de abrazo y empatía. Meditaba asiduamente en Cristo crucificado y le proclamaba vivo y resucitado. A él le pedía que le enseñara a elevar sus ojos a lo alto y ser a un tiempo "paz y reconciliación" de todos.

La cruz que quería Pablo Daney (cambió el apellido de familia por el religioso "De la Cruz") era participar del destino de los seres humanos hechos de barro y de altura, siempre en vuelo hacia su destino. Pablo de la Cruz no hizo otra cosa, durante su vida,  que desplegar sus brazos, mover sus labios, agitar sus pies descalzos, arder su corazón... Lo que ardía en él era el celo de poner a Dios en el corazón de sus contemporáneos, para que todos le contemplen desde el amor, y de aprender a amar a sus semejantes hasta el extremo.

La Iglesia ha reconocido la santidad de su vida. Su fiesta es el 19 de octubre.  La parroquia de Santa María Goretti  lo celebrarán con la comunidad parroquial el sábado 22,a las 20h. A continuación de la Misa, rezarán el santo Rosario por el barrio, uniéndonos a María en esta  plegaria especial de este mes de octubre.