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Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud (Casa Diocesana)

Don Jesús Catalá visita a personas enfermas de la feligresía de la Divina Pastora de Marbella, durante la Visita Pastoral al arciprestazgo de Marbella-Estepona
Publicado: 04/02/2023: 7161

Homilía del Sr. Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía con motivo de la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud celebrada en Casa Diocesana Málaga.

JORNADA DIOCESANA DE PASTORAL DE LA SALUD

(Casa Diocesana, 4 febrero 2023)

Lecturas: Is 53, 1-12; Sal 102, 1-8.10; Lc 1, 39-56.

1.- El lema de la campaña del enfermo propuesto para este año por el Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española reza así: "Déjate cautivar por su rostro desgastado", inspirado en el Salmo 71: «No me rechaces ahora en la vejez (…), no me abandones» (v. 9), invitándonos a reflexionar sobre el tema del acompañamiento a los mayores; porque el cuidado de las personas enfermas es más necesario aún si se suma el peso de los años; son como dos pesos, la enfermedad y los años.

El papa Juan Pablo II decía: “Es necesario cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre” (Salvifici doloris, 28).

Como sabéis, hay mucho abandono. Cuando visito residencias de mayores algún residente te dice que tiene varios hijos, pero ninguno de ellos va a visitarlo. El Señor os tiene a vosotros; nos tiene a nosotros como la prolongación de su presencia, como sus brazos.

2.- El sufrimiento pertenece al misterio del ser humano; pero hemos de distinguir entre la existencia del sufrimiento y su sentido; el sufrimiento existe, pero qué sentido le damos. El sentido del sufrimiento es, a la vez, sobrenatural y humano; sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo. Cristo sufrió y por ello dio sentido al mismo sufrimiento: la redención humana y la salvación. Y el sufrimiento tiene sentido humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión (cf. Salvifici doloris, 31).

El sufrimiento, por tanto, aunque nos proporcione dolor, que a veces rechazamos, nos ofrece un sentido redentor a nuestra vida y a nuestra misión. 

3.- La Jornada Mundial del Enfermo busca sensibilizar a todos, personas e instituciones, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos y ancianos.

Debemos promover todos los fieles el gran valor del voluntariado, la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes sanitarios y de quienes trabajan en este campo; y animar a una mejor asistencia religiosa a los enfermos.

Como nos recuerda el papa Francisco: “La enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana” (Mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo-2023).

Se nos invita a caminar juntos en la enfermedad según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura.

4.- La figura del Siervo de Yahveh, que nos ha ofrecido el profeta Isaías en la lectura de hoy, nos invita a contemplar a Cristo, que ha cargado sobre sus espaldas todas nuestras miserias y pecados. Por ello vemos su rostro desfigurado, «despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado» (Is 53, 3).

El Hijo de Dios se hace cargo de la miseria de la humanidad, de su sufrimiento y de su pecado. Contemplarlo a Él nos consuela y nos anima a aceptar el sufrimiento y a cuidar a otros hermanos nuestros enfermos y necesitados. ¡Dejémonos cautivar por los rostros desgastados, que son rostros de Cristo! El papa Francisco habla a menudo de la carne sufriente de Cristo; el enfermo y el anciano son carne sufriente de Cristo, al que nos acercamos.

Cristo «soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado» (Is 53, 4); pero sus cicatrices nos han curado (cf. Is 53, 5). Y nosotros podemos ayudar a cicatrizar las heridas de los demás.

5.- “Todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos” (Papa Francisco, Mensaje…, 2023). ¡Detengamos a contemplar esos rostros!

En esta Jornada el Señor nos invita a promover una actitud de estima hacia los mayores, para que sean valorados por su aportación a la Iglesia y a la sociedad. No son solo cristianos pasivos, que reciben, sino cristianos activos que dan, que actúan, que enriquecen, aportando a la Iglesia y a la sociedad, aunque ésta los desprecie, porque no rinden económicamente; pero un ser humano puede rendir de muchas maneras, aportando bienes espirituales y humanos, que no se pagan con dinero.

Ellos forman parte del pueblo de Dios; no sólo como objeto de atención caritativa, sino como agentes de evangelización y de apostolado. Muchas veces salimos enriquecidos de una visita a un enfermo, porque nos transmite alegría, paz e ilusión.

6.- Debemos respetarles en su dignidad de hijos de Dios y amarles por ser personas. Es necesario también que cuidemos su vida espiritual, ayudándoles a crecer en santidad y ofreciéndoles los sacramentos que les fortalecen y les confieren la gracia divina (la penitencia, la eucaristía y la unción de los enfermos). Os pido que ayudéis fraternalmente a los párrocos a que cuiden de los enfermos e impedidos; porque algunos de ellos se quejan de que no reciben el sacramento de la penitencia.

“Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad” (Papa Francisco, Fratelli tutti, 68).

7.- La liturgia de hoy nos ha ofrecido, según el evangelio de Lucas, la Visitación. La Virgen María fue a cuidar a su prima Isabel, anciana que estaba avanzada en su maternidad.

La presencia de María con su Hijo Jesús en sus entrañas produce alegría en su prima y le otorga la gracia del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 41). La presencia de Cristo es sanante y salva.

María cuidó a una mujer anciana, necesitada de ayuda por el nacimiento de su hijo; y ésta, agradecida, exclama: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1, 42); así agradece Isabel a su prima el cuidado que le ofrece y la visita que le hace.

María es bendita por su maternidad; pero es bendecida por su actitud generosa de atención y cuidado a los demás.

Le pedimos a Ella en este sábado que nos cuide, nos acompañe e interceda por nosotros, para que también sepamos cuidar de los ancianos, de los enfermos y de los necesitados. Amén.

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