NoticiaPascua Los tres sacramentos de Ramesh en la Catedral Ramesh Shadadpuri en la plaza del Obispo · Autor: S. FENOSA Publicado: 29/03/2016: 9965 «Cuando cumpla los 18 años, que sea él quien elija a qué religión quiere pertenecer». Este fue el acuerdo al que llegaron los padres de Ramesh Shadadpuri Gómez, tras su nacimiento en 1983. Su padre, natural de Melilla, pero de origen indio, profesaba la religión hinduista; mientras que su madre, malagueña, era católica y hermana de la Archicofradía de la Esperanza. «Yo he sido siempre creyente –señala–. Mis padres me habían dado una pequeña formación con respecto a sus credos y, en el colegio, di la asignatura de Religión. Aunque nunca me presionaron, yo iba a Misa con cierta frecuencia y, el hecho de vivir en Málaga, y de que mi madre fuera cofrade, me hizo interesarme mucho por el mundo de las cofradías». La mayoría de edad llegó. Pero, en esa época, su pensamiento estaba en elegir la carrera y sus preocupaciones eran otras. No fue hasta 2010 cuando empezó a plantearse en serio el hecho de hacerse miembro de la Iglesia Católica. «Lo que me atrajo fueron los valores que propugna el Evangelio. Estuve mucho tiempo pensándolo porque el paso que iba a dar suponía una gran responsabilidad, era una decisión importante –recalca–». No fue hasta finales de 2012 cuando, gracias a unos amigos comunes, conoció al padre Rafael Porras, jesuita, que se ofreció a acompañarle en el proceso denominado de “Catecumenado” y que es necesario para recibir el bautismo cuando no se ha recibido en la más tierna infancia. Por esas fechas, el Obispo de Málaga acababa de instituir el catecumenado de niños y adultos en nuestra diócesis. Este proceso se desarrolla en cuatro etapas que se van uniendo a través de distintos ritos. La primera etapa, denominada “Precatecumenado”, es el momento dedicado al anuncio de Jesucristo para que la persona madure el deseo de seguirlo y concluye con el ingreso en el grado de los catecúmenos. Se inicia así la etapa del Catecumenado, que viene a durar unos dos cursos, en la que quienes desean ser cristianos manifiestan su voluntad de ser bautizados. Aprenden a través de la catequesis, la oración, la liturgia y el testimonio de vida. La tercera etapa, denominada “de Purificación e Iluminación”, se hace coincidir con la Cuaresma. En esta etapa, los catecúmenos se preparan para celebrar los sacramentos de la Iniciación Cristiana en la Vigilia Pascual. La última etapa, “Tiempo de Mystagogia”, coincide con el tiempo pascual y es el tiempo en el que se vive la recién estrenada experiencia de ser cristiano junto a los miembros de la comunidad parroquial. El proceso de Ramesh ha durado poco más de tres años. «Con el padre Porras, hubo química desde el primer momento. Es muy comprensivo, muy abierto, y podía hacerle todas las preguntas que quisiera. También me ayudó muchísimo en este proceso la lectura de un libro que se lo recomiendo a todo el mundo, sobre todo a los que no son creyentes: "Esta es nuestra fe", de Luis González de Carvajal. Terminado su proceso catecumenal, este malagueño recibió anoche, en la Vigilia Pascual celebrada en la Catedral malagueña, los tres sacramentos de la Iniciación Cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía. «La Pascua es la fecha más importante para los cristianos, celebramos el hecho fundamental que ha pasado a la historia: la Resurrección. Todos los años vivo la Semana Santa de forma muy intensa, pero ésta será única e inolvidable porque es un encuentro con Cristo de forma directa. Además, es el año en el que cumplo los 33 años, una edad muy significativa. Casualidad o no, es muy especial para mí». A partir de hoy, este neófito (nombre que reciben los que acaban de incorporarse a la Iglesia), comienza una nueva vida en la que va a ser acompañado por Juanma y María, dos grandes amigos que se han comprometido, como padrinos, a velar por su fe. «Los dos son bautizados, confirmados y católicos comprometidos. ¡Y cofrades! –añade–». Ramesh estudió Turismo y ahora lleva unos meses en el paro. Pero las dificultades no le hacen perder su fe. «No amontonéis tesoros en la tierra, sino en el cielo porque, donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón –apunta–. Esta es una de las frases del Evangelio que más me ayuda. Con muy poco, te dice mucho, como el Evangelio en general».