NoticiaLiturgia Palabra de Dios: Evangelio y lecturas del 5 de agosto Publicado: 01/04/2024: 142587 Lee la Palabra de Dios que la liturgia nos ofrece el 5 de agosto. Primera lectura Lectura del libro de Jeremías 28,1-17: El mismo año, el año cuarto de Sedecías, rey de Judá, el quinto mes, Jananías, hijo de Azur, profeta de Gabaon, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: «Esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: “He roto el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar el ajuar del templo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar para llevárselo a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que marcharon a Babilonia, yo mismo los haré volver a este lugar —oráculo del Señor— cuando rompa el yugo del rey de Babilonia”». El profeta Jeremías respondió al profeta Jananías delante de los sacerdotes y de toda la gente que estaba en el templo. Le dijo así el profeta Jeremías: «¡Así sea; así lo haga el Señor! Que el Señor confirme la palabra que has profetizado y devuelva de Babilonia a este lugar el ajuar del templo y a todos los que están allí desterrados. Pero escucha la palabra que voy a pronunciar en tu presencia y ante toda la gente aquí reunida: Los profetas que nos precedieron a ti y a mí, desde tiempos antiguos, profetizaron a países numerosos y a reyes poderosos guerras, calamidades y pestes. Si un profeta profetizaba prosperidad, solo era reconocido como profeta auténtico enviado por el Señor cuando se cumplía su palabra». Entonces Jananías arrancó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. Después dijo Jananías a todos los presentes: «Esto dice el Señor: “De este modo romperé del cuello de todas las naciones el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, antes de dos años”». El profeta Jeremías se marchó. Vino la palabra del Señor a Jeremías después de que Jananías hubo roto el yugo del cuello del profeta Jeremías. El Señor le dijo: «Ve y dile a Jananías: “Esto dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, pero yo haré un yugo de hierro. Porque esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: Pondré un yugo de hierro al cuello de todas estas naciones para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y se le sometan. Le entregaré hasta los animales salvajes”». El profeta Jeremías dijo al profeta Jananías: «Escúchame, Jananías: El Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por tanto, esto dice el Señor: “Voy a hacerte desaparecer de la tierra; este año morirás porque has predicado rebelión contra el Señor”». Y el profeta Jananías murió aquel mismo año, el séptimo mes. Salmo de hoy Salmo 118,29.43.79.80.95.102 R/. Instrúyeme, Señor, en tus decretos. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu ley. R/. No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos. R/. Vuelvan a mi los que te temen y hacen caso de tus preceptos. R/. Sea mi corazón perfecto en tus decretos, así no quedaré avergonzado. R/. Los malvados me esperaban para perderme, pero yo meditaba tus preceptos. R/. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. R/. Evangelio del día Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21) En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.