DiócesisComentario al Evangelio

Comentario al evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

Publicado: 13/11/2015: 1234

Juli Gavira, Misionera de la Esperanza, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario.

En estos relatos escatológicos de los últimos domingos del año litúrgico, el evangelista enmarca con imágenes catastróficas una escena maravillosa: La venida al fin de los tiempos, con todo poder y majestad, del que estuvo 33 años enseñándonos cómo ser hombres con dignidad.

Pero por maravilloso y esperado que sea nuestro encuentro con el Señor, y aún contando con nuestra fe, nadie nos quita el miedo al paso previo. Somos mortales y nos agarramos a esta vida que, por mucho valle de lágrimas que le llamemos, ya se sabe, más vale malo conocido que bueno por conocer. Es aquello que se nos dice del bebé que está ahí apretadito en el seno de su madre y para nada le apetece salir de ese ambiente estrecho pero familiar, a otro que, será todo lo amplio y acogedor que quiera, pero lo desconoce y le da vértigo. ¡Y eso que no sabe que nada más salir le dan una torta en el culete para que llore y se le ensanchen sus pulmones! Pero más que nada este texto desprende esperanza, entre otras cosas porque el ejemplo que pone es de algo que siempre alegra. Es la alegría que provocan esos nuevos brotes en la higuera señal inequívoca de vida. ¿Y dónde nos dejamos esa especie de juramento del Señor?: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Con esta certeza de fondo, Marcos nos quiere llevar a que consideremos, igual que a la primitiva comunidad a la que está dirigido su evangelio, que una de las claves para estar preparados para afrontar este futuro será vivir con intensidad el presente, como Él nos enseñó. No en vano estamos llamados a crear pequeños paraísos a nuestro alrededor, mientras Él llega.

Diócesis Málaga

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