DiócesisComentario al Evangelio

Comentario al evangelio de la Solemnidad de Todos los Santos

Publicado: 30/10/2015: 1370

La profesora de la UMA Esperanza Sanabria ayuda a profundizar en el evangelio de este domingo, Solemnidad de Todos los Santos.

La dicha es sinónimo de felicidad. Para todas las personas, alcanzar la felicidad no es una meta más entre otras sino el objetivo principal de sus comportamientos, sean acertados o no. Nos podemos equivocar al elegir el camino a seguir en nuestra vida, en nuestras relaciones, en nuestras actividades, pero al trazar el mapa de ruta siempre tenemos como fin último la felicidad.

La cultura actual en Occidente nos propone unos caminos para alcanzar la felicidad que se basan, mayoritariamente, en metas extrínsecas, es decir, que nos vienen de fuera de nosotros mismos, como obtener dinero para la subsistencia, tener o mantener la salud, lograr fama o poder, etc.

Los estudios de psicología recientes han puesto de manifiesto que la felicidad personal no depende tanto de los factores externos a la persona cuanto de conseguir sus metas intrínsecas, pues la felicidad es una tarea interior. Por eso Jesús, en este evangelio, dice que serán felices los pobres, los que sufren, los humildes, los justos, los compasivos, los limpios de corazón, los pacíficos y los que sufren persecución por despertar las conciencias adormecidas por metas materiales y efímeras.

Y es que una cosa es el placer y otra distinta la felicidad. La diferencia principal está en que la felicidad se obtiene como el resultado de una vida plena dotada de sentido, mientras que el placer es algo efímero y si no se encuadra en un proyecto vital basado en valores morales puede dejar un poso de insatisfacción una vez alcanzado. Los santos lo han entendido y actuado en consecuencia.

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