DiócesisComentario al Evangelio

Comentario al evangelio del Domingo XXX del Tiempo Ordinario

Publicado: 23/10/2015: 1605

El sacerdote Gabriel Leal, vicario para la Acción Caritativa y Social, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXX del Tiempo Ordinario.

Ser ciego y volver a ver debe ser algo inenarrable, grandioso. Por eso los profetas de Israel mencionan la curación de los ciegos entre los signos que realizaría el Mesías. 

Jesús de Nazaret curó al ciego Bartimeo, presentándose así como el Mesías, Hijo de David. El evangelista vio en esta curación un paralelismo con lo que Jesús estaba haciendo con los primeros discípulos, y así nos lo presenta en su evangelio.

Jesús anunciaba el reinado de Dios y lo hacía presente con su obra. Los primeros discípulos creían que Él era el Mesías pero, como muchos de sus paisanos, les costaba encajar sus expectativas con el estilo de vida de Jesús. Los discípulos esperaban un Mesías grandioso, lleno de poder, capaz de instaurar el reino de Dios, incluso por la fuerza. Jesús tiene que hacerles ver que era otro tipo de Mesías: no imponiendo su poder, sino sirviendo y entregando la vida. Algo que a los discípulos les costó entender, como muestra su creciente incomprensión a medida que se acercan a Jerusalén; su modo de pensar y vivir les impedía comprender y aceptar el camino mesiánico de Jesús. Ellos, como Bartimeo, necesitaban reconocer su ceguera, pedir a Jesús ver y dejar que le abriera los ojos. Sólo así podrían seguirle por el camino.

También nosotros necesitamos que Jesús nos libre de nuestra ceguera, de nuestra manera incoherente de creer en Él, de vernos a nosotros mismos y a nuestro mundo. Como Bartimeo, necesitamos reconocer nuestra ceguera y pedir al Señor que nos cure. Sólo así podremos seguirle por el camino; esto es, entregar, con Jesús y como Él, la vida al servicio a los demás.

Gabriel Leal

Sacerdote diocesano

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