«El verdadero poder es el servicio. Cómo lo hizo Él, que no vino para ser servido, sino para servir, y su servicio ha sido más bien el servicio de la Cruz», nos decía el papa Francisco en su homilía del 21 de mayo de 2013. Y es que la discusión de los Doce por el camino sigue siendo una discusión de actualidad: «quién es el más importante, quién es el primero, quién tiene más poder». Quizás ha cambiado el medio de discusión, ahora discutimos en los grupos de Whatsapp y en Facebook, pero seguimos queriendo ser los más importantes. La respuesta de Jesús es un resumen de su propio testimonio de vida: “quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Así lo hizo Él. Eso no te da notoriedad, pero te da el mejor de los títulos: el de seguidor de Cristo. Y proseguía el Papa en dicha homilía afirmando que progresar «significa abajarse, estar siempre al servicio». Todos conocemos buenas personas, jefes y directivos, muy “preparados” a los ojos de nuestra sociedad, que usan el poder que tienen no para subir y dominar, sino para bajar y servir: han entendido lo que es progresar. También conocemos muchas personas sencillas, de ésas que no se nota que están en un lugar, pero que siempre hacen salir lo mejor de cada persona: también han entendido lo que es progresar según el Evangelio. Jesús saca al escenario a un niño. Una persona que sólo piensa en subir y en dominar, no prestaría gran atención a un niño, pero Jesús afirma con rotundidad que quien acoge a un niño en su nombre lo recibe a Él mismo. Los padres con hijos pequeños entendemos muy bien estas palabras, pues sabemos que los niños son un regalo que hemos recibido de Él y aprendemos todos los días de su sencillez. Da gusto ir a una parroquia en la que estas palabras se comprenden y los niños no “molestan”, sino que son acogidos. ¡Feliz Domingo y a progresar!!!