Atender a los secretos de Dios para muchos oyentes resulta a veces complicado. No para los enemigos, sino para sus propios discípulos a los que dijo: «dura es la Palabra. ¿Quién puede oírla?». ¿Qué pensarían ellos entonces? Cristo sabía muy bien lo que los discípulos murmuraban y así les preguntó «¿Esto os escandaliza?». Porque Jesús se dio cuenta de que muchos seguidores le criticaban por sus enseñanzas. Él lo explica claro y directo: «es el Espíritu el que da vida, la carne no sirve para nada», porque el Espíritu procede de los dos, del Padre y su Hijo Unigénito, dejando así constituida la obra cumbre de la revelación trinitaria. De hecho, Padre, Hijo y Espíritu Santo son el núcleo del Evangelio. Sabía quiénes eran los que creían en Él y quién le iba a traicionar.Pregunta directamente a Pedro: «¿también vosotros queréis dejarme?». Simón Pedro le respondió «solo tus palabras dan vida eterna», reafirmando su creencia en Él. Esta pregunta que hace Cristo a Pedro sigue hoy de actualidad para todos nosotros y la respuesta sigue siendo igual: «Señor a quién vamos a acudir, en medio de las dificultades, nosotros creemos en ti, porque la fe y el amor son la esencia del caminar cristiano. Creer es comprometerse pero no es fácil apostar por ti. Danos tu Espíritu para no sentirnos débiles. Te gritaré invocando tu nombre en los momentos de prueba para tratar así de no abandonarte».