El ser llamados, elegidos, convocados y enviados es acción absoluta de Dios pero, a su vez, Dios mismo nos llama, nos elige, nos convoca y nos envía y en todo nos capacita.

El evangelio inicia con tres verbos: llamó, envió y dio. Verbos imperativo donde toda la potestad procede de Dios, pero en nosotros está el hacerlos acción desde la Gracia. La providencia es el requisito para poder llevar a cabo la tarea, donde las comodidades y seguridades, aun siendo legítimas, nos pueden obstaculizar para llevar el Evangelio.

Jesús manda a sus discípulos y les da poder sobre los espíritus inmundos, tal vez, nos puede sonar a algo fuera de nosotros pero hagámonos la pregunta... ¿A qué espíritus inmundos se refiere hoy Jesús, en tu aquí y ahora?... este espíritu inmundo tiene cara de egoísmo, de nuestras relaciones superficiales, consumismo, indiferencia, falta de compromiso hacia el bien común y mayor... y un largo etcétera que cada uno podemos completar.

Nuestro compromiso está en poner nuestra ficha para seguir marcando caminos de bien, para que, a pesar de nuestras debilidades y obstáculos, nos fiemos de quien se ha fiado de nosotros ya.

Que nuestro testimonio sea estímulo e impulso de tantas personas que no conocen el camino del bien y del Evangelio.