Con tal propósito acometió la hechura de los púlpitos gemelos, cuya traza encomendó al dominico fray Juan Bautista mientras la ejecución se confiaba al maestro de cantería Melchor de Aguirre. El escultor Jerónimo Gómez Hermosilla completaba la obra con la talla e imaginería de los tornavoces o monteras de madera dorada, desaparecidas en 1936 y posteriormente reproducidas conforme al diseño original.

Cada púlpito se alza sobre sencillo basamento bulboso coronado de floraciones de acantos que sustentan el cuerpo prismático hexagonal o “cubillo” que hace las veces de tribuna para el orador sagrado. En las caras principales fueron esculpidas las armas episcopales del comitente timbradas con capelo y alternadas con cartelas ornamentales a base de guirnaldas frutales y rizadas hojas de escarola o col que delatan la poderosa influencia ejercida por Alonso Cano en el arte andaluz.

Los tornavoces secundan tales planteamientos estéticos al incluir cartelas de hojarasca con motivos heráldicos centrales, rematándose con sendas personificaciones alegóricas de la Iglesia con la tiara y los atributos pontificales.

Por Juan A. Sánchez López