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Mitra sin cabeza

Publicado: 15/07/2021: 21261

De los sesenta y dos obispos que han regido la diócesis malacitana, tres han subido a los altares, y aún pudimos añadir un cuarto. Se trata de fray Francisco de San José, quien rigió esta iglesia local entre 1704 a 1713.

Pedro de Mesía y Portocarrero, su nombre de pila, nació en una familia noble y llegó a ser paje de la reina de Francia. Acabó cambiando la vida regalada de la Corte por la austeridad de la vida franciscana, dedicándose durante décadas a la predicación. A propuesta de Felipe V, y solo por obediencia, aceptó ser obispo de Málaga, desplegando una intensa labor asistencial. Muerto en olor de santidad fue sepultado, según costumbre, en la cripta catedralicia del Cristo del Amparo.

En 1829 su recuerdo seguía tan latente que el Cabildo, pensando en incoar su proceso de beatificación, se propuso identificar sus restos y trasladarlos a un lugar más destacado. Justamente el 10 de julio de 1829, una comisión de canónigos y obreros, accedieron a la bóveda y comenzaron la búsqueda que resultó complicada porque los restos habían sido tapiados en un momento indeterminado. Cuando por fin consiguieron acceder a ellos y se dispusieron, emocionados y reverentes a recogerlos, se llevaron la sorpresa de que faltaba la calavera. Confundidos, llegaron posteriormente a la conclusión de que en el pasado alguien se la había apropiado como preciosa reliquia. Finalmente, el cuerpo incompleto se depositó en la capilla de la Inmaculada donde permanece, con una inscripción que sigue recordando su fama de santidad que no llegó a ser oficializada…

Alberto J. Palomo Cruz

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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