NoticiaJuventud «Los jóvenes asaltan su castillo interior por la puerta de la oración» Murallas de Ávila, ciudad en la que se ha celebrado el Encuentro Europeo de Jóvenes · Autor: J.L. CERNADAS/FLICKR Publicado: 09/08/2015: 6314 Del 5 al 9 de agosto, los jóvenes vivieron el Encuentro Europeo de Jóvenes (EEJ) en el que participaron cerca de 600 jóvenes de la diócesis de Málaga. Bajo el lema “En tiempos recios, amigos fuertes de Dios”, santa Teresa de Jesús ha sido el hilo conductor del encuentro, en este Año Teresiano. “Castillo interior” es el último libro que escribió la Santa de Ávila, cuando contaba con 62 años. Según muchos, su mejor obra y una de las cumbres de la mística y de la prosa española del Siglo de Oro. En el siguiente reportaje, nos acercamos a su obra y a la experiencia de oración de nuestros jóvenes. «¡Asaltemos nuestro castillo interior entrando por la puerta de la oración!». «Amistad profunda, encuentro personal, testimonio, experiencia y actualidad del mensaje» son las cinco razones que han llevado a miles de jóvenes de toda Europa a compartir unos días de oración y formación en la ciudad que vio nacer a santa Teresa de Jesús. Entre ellos, casi 600 enviados desde Málaga por el Obispo, D. Jesús Catalá. «Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito?», preguntaba el Papa a los jóvenes en la pasada Jornada Mundial de la Juventud 2015. En esa búsqueda de la felicidad, la oración tiene un lugar importante para el cristiano, pues es «tratar de amistad con quien sabemos que nos ama», en palabras de santa Teresa. Y no hay mayor felicidad que sentirse amado. Claves de Alfonso Crespo El sacerdote diocesano Alfonso Crespo daba unas claves a los jóvenes malagueños días antes de partir a Ávila sobre la vida y obra de Teresa de Jesús. También les habló de la oración: «¡Abramos la puerta de la oración y adentrémonos en el Castillo! Recurramos a esta Maestra de oración. Volvamos la mirada al Libro de la Vida. Sus capítulos 11 a 23 son un tratado de oración clásico y único, donde compara los niveles de oración con cuatro formas de regar un huerto. Las flores que este dará son las virtudes: 1. Riego acarreando el agua con cubos desde un pozo. Corresponde con el primer momento de la oración mental. Se trata de recoger el pensamiento en el silencio, evitar las continuas distracciones y comenzar un diálogo con Dios. Es la etapa que más esfuerzo personal requiere. Iniciar este camino, supone luchar con continuas distracciones, las atracciones del mundo y, a menudo, también contra la tristeza y las dudas. 2. Riego trasegando el agua con una noria. Corresponde con la llamada oración de quietud o contemplativa. La memoria, la imaginación y razón experimentan un recogimiento grande, aunque persisten las distracciones ahonda la concentración y la serenidad. Se exige el esfuerzo pero se comienza a gustar de los frutos de la oración, lo que nos anima a perseverar. 3. Riego con canales desde una acequia. Pasamos a la oración de unión: El esfuerzo personal del orante es ya muy pequeño: memoria, imaginación y razón son absorbidas por un intenso sentimiento de amor y sosiego: «Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano… El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado… Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la verdadera sabiduría…» (Vida 16,1). 4. Riego con la lluvia que viene del cielo. Llegamos al éxtasis o arrobamiento de amor: «El Señor me enseñe palabras cómo se pueda decir algo la cuarta agua… Acá no hay sentir, sino gozar… se goza un bien, adonde juntos se encierran todos los bienes… No queda poder en el cuerpo ni el alma le tiene para poder comunicar aquel gozo» (Vida 18, 1). Mantener firme el vuelo La Santa nos advierte que se puede retroceder; que conviene mantener firme el vuelo. A veces nos fatiga orar, no tenemos tiempo para ello; a veces, confundimos la oración con «una ventanilla a la que vamos a pedir cosas», o con un «libro de reclamaciones» en el que rellenamos hojas de quejas y pedimos cuentas de por qué nos ha pasado esto o no se nos ha concedido lo que le pedíamos… Orar, como decía Teresa «es tratar de amistad con quien sabemos que nos ama», sabiendo «Quien está con quien», «mirando a Quien sabemos que nos mira». No podemos estar siempre distraídos en «las afueras del castillo» ¡Adentrémonos en el Castillo interior de nuestra alma y aspiremos a llegar a esa Séptima Morada en la que, parafraseando a San Juan de la Cruz ya ‘solo amar es mi ejercicio’». Los testimonios María Victoria Fernández Serralvo, 21 años Para mí la oración ha sido un camino que comencé de pequeña, con oraciones que aprendí de memoria, como el Padre Nuestro o el Jesusito de mi vida. Pero llega un momento en que se te queda corto y tienes que empezar a dialogar con el Señor. Eso es lo que a mí me llena y me hace seguir adelante: sentarme, hablar con el Señor y muchas veces callarme y escuchar lo que Él tiene que decirme. Se ha convertido en algo esencial en mi vida. Sin el Señor no podría vivir. A veces le digo que soy una egoísta, que soy la que siempre está hablando. El Campo de Trabajo Lázaro de este año me ha ayudado un montón a darme cuenta de que tengo que pararme realmente y escuchar, que hablar sé hacerlo por 20 personas (se ríe). Que este diálogo con Dios sea esencial en tu vida no todo el mundo lo entiende, pero yo lo veo así, para mí ya es algo necesario. Acudo al Encuentro Europeo de Jóvenes con mucha ilusión. Que haya tantos miles de jóvenes reunidos por santa Teresa, que es lo máximo en oración, me llena de emoción y creo que me va a ayudar bastante en mi vida. Nuria Sotorrío Pérez, 24 años La oración para mí es la fuente donde recurro para afrontar el día a día. Sin la oración no tendría sentido nada de lo que hago. Es donde me lleno del amor de Cristo y disfruto de su misericordia. Cuando era pequeña no lo sentía así, pero a medida que he ido creciendo y madurando en la fe, veo que para mí es clave. Cuando me encuentro mal y no veo sentido a las cosas, me reúno con el Señor, en la oración y me lleno de energía. En el Campo de Trabajo Lázaro hemos hecho todos los días la experiencia de oración “Adoremus” y vemos que estar delante de Cristo vivo y resucitado es maravilloso, a mí me da la vida. Sin la oración no podría hacer las actividades que realizo en la parroquia, en los campamentos… no tendrían sentido. Sentir el amor de Dios es lo que lleva a actuar. Al recibir el amor de Cristo, no me queda otra que devolvérselo a los demás. Y la fuente donde lo obtuve es la oración.