El término “música” hace referencia a la educación del espíritu en su origen etimológico. Desde el origen de la humanidad, la música ha estado unida al ritmo de la vida, que además de darle un sentido lúdico y celebrativo, está vinculada a lo sagrado. La música, una secuencia de sonidos y silencios ordenados, tiene gran poder de persuasión, influye directamente sobre las emociones y nos permite sentir y expresar. En ese momento la música se convierte en el lenguaje del alma.

"La música es el lenguaje que me permite comunicarme con el más allá" decía Robert Shumman.

La Escuela de Música de la Fundación Victoria, ofrece a niños y jóvenes no solo la oportunidad de una formación musical, con todos los valores que cita su director D. Juan Manuel Parra, sino un medio que prepara el alma para establecer un diálogo abierto con Dios. Cuando nos dejamos invadir por la música, nos vaciamos del ruido y es en el silencio donde podemos sentir Su presencia. Cuando algo está presente ya no tenemos que imaginarlo, solo hay que sentirlo.

“Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi” Gal (2, 20).