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Amalia de la Torre: «Mi vida es un puro milagro»

Publicado: 23/03/2012: 2051

Amalia de la Torre González es una feligresa de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, en El Puerto de la Torre, donde ha sido catequista durante más de 30 años. Nació el 2 de julio de 1930, en Málaga, en una de las calles del barrio del Perchel.

Va camino de los 82 años y lo que más feliz le hace es reunir a sus cinco hijos y sus cinco nietos (la más pequeña de escasos dos meses). Quería ser maestra, pero tuvo que dejar el colegio para ponerse a trabajar en una empresa de transportes. Allí conoció a su futuro esposo: Manolo. «Fue un auténtico flechazo», asegura Amalia. Una bella historia de amor que duró casi 50 años y que sigue viva. Ha vivido casi toda su vida en el Puerto de la Torre. En esta misma parroquia conoció al que fue obispo de Málaga, D. Ángel Herrera Oria, que vivió en la casa parroquial de esta localidad. Ha sobrevivido a seis papas y conocido a seis obispos de Málaga y a cientos de sacerdotes. En un lugar privilegiado del salón de su casa tiene una sencilla placa que le regalaron por sus 30 años de servicio como catequista. Por sus manos han pasado varias generaciones de niños. Aún es parte del grupo de Pastoral de la Salud y en Vida Ascendente, y forma parte de una comunidad del Camino Neocatecumenal, con la que ha caminado durante años.

Amalia se encuentra bastante enferma, pero con muchas ganas de seguir adelante en lo que pueda hacer por los demás. Entre sus proyectos está hacer la segunda parte de un libro que ha publicado hace unos meses con sus memorias y reflexiones. Cuando la enfermedad se apodera de ella lo que la anima es «hablar con el Señor, que lo tengo frito. El Señor dirá déjame tranquilo, que no hago más que darte cosas y nunca estás contenta. Yo estaba muy equivocada porque pensaba que era buena, y en mi vida cristiana he descubierto que no soy tan buena, todos tenemos bueno y malo y el bueno es el Señor, que a todos nos quiere igual, aunque algunos no se lo crean. Yo estoy todo el día dándole gracias a Dios, por el regalo de mi marido, de mis hijos. Algunas de mis amigas dicen que el Señor me quiere a mí más que a ellas porque a ellas las ha dejado de la mano, pero yo les respondo que son ellas quienes se han soltado, que no es el Señor quien las ha abandonado».

Es una mujer muy activa y creativa, que nunca ha dejado de hacer cosas por los demás, pero que siempre ha tenido clara su prioridad: su familia. Sus hijos y nietos se desviven ahora por ella, lo que la llena de alegría. Ella se asombra de la adoración que le tienen, a lo que una de sus hijas responde que está recogiendo lo que ha sembrado: la dedicación que siempre ha tenido a su familia. «Yo nunca me he peleado con el Señor. Le he dado gracias, le he pedido y le he dejado claro que hay cosas que yo no entendía, como por ejemplo, la muerte de mi esposo 15 días antes de celebrar nuestras bodas de oro. El día en que teníamos preparada la Eucaristía de acción de gracias, celebramos el funeral de Manolo.
Pero el Señor convirtió mi pena en alegría, pues celebramos la Vida».

Para Amalia, «la clave para ser fiel en el matrimonio es, en primer lugar enamorarse, porque si no te enamoras, no te entran ganas de casarte; y después, ese amor hay que cuidarlo. A Jesucristo siempre hay que tenerlo en medio de ese matrimonio y contar con Él para todo, porque es quien nos da las fuerzas para las dificultades».

La vida de Amalia ha tenido sus luces y sus sombras y ella ve en todos los casos auténticos milagros, desde el nacimiento de sus hijos. «Mi vida es un puro milagro. El Señor no es que me quiera, es que me mima, no sé por qué, pero es así».

«ME HE JUBILADO DE CATEQUISTA, PERO NO DE CRISTIANA»

Ante las muchas noticias sobre rupturas familiares que aparecen en los medios de comunicación, Amalia llegó a la conclusión de que tenía que hacer algo y contar su testimonio de familia cristiana, pues ellos habían sido muy felices, a pesar de las muchas dificultades. Como estaba perdiendo vista, pidió a una buena amiga, María Rosa Fortes Zabala, que le hiciera el favor de transcribir lo que ella contara. Y así, con horas de diálogo entre ambas amigas, nació el sencillo libro cuyos beneficios se han dedicado a Cáritas y a las necesidades de la parroquia. Alejandro Escobar, párroco en el Puerto de la Torre, armó una buena fiesta en la parroquia para presentar el libro "Una vida complicada pero feliz", el pasado 27 de enero, y agradecer tanto bueno como ha hecho Amalia y sigue haciendo porque, como ella misma afirma, "me he jubilado de catequista, pero no de cristiana".

Autor: Encarni Llamas Fortes

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