NoticiaConferencia Episcopal Española La Iglesia en 12 semanas Publicado: 24/04/2024: 6761 Adicciones La Conferencia Episcopal Española comienza su proyecto #LaIglesiaen12Semanas. Hasta el mes de junio, irá mostrado en su página web y redes sociales la vida de la Iglesia que celebra y anuncia la fe (FE), evangeliza (ESPERANZA) y ejerce la caridad al servicio de las personas (CARIDAD). Este proyecto busca, como afirman en la web de la Conferencia Episcopal Española, «mostrar la actividad de la Iglesia es mostrar la entrega de centenares de miles de personas que están detrás de cada una de las cifras que se ofrecen. Cada miembro de la comunidad cristiana aporta según sus posibilidades: unos ofrecen su tiempo, otros su oración y otros su aportación económica. Junto a ellos, los consagrados, que aportan su vida entera». «Entre todos se hace posible que detrás de cada cifra también este el rostro de cada uno de los que encuentran en la Iglesia acompañamiento tanto espiritual como material». 1º semana. El cuidado de la vida: La Iglesia se compromete en el cuidado de cada vida desde su concepción hasta su muerte natural. En cada circunstancia de la vida, la Iglesia está para lo que haga falta: compañía, protección, atención, alimentación. Ese compromiso se manifiesta en las personas que entregan su vida para cuidar la familia y la vida. Lo hacen en centros para la defensa de la familia y de la vida; en centros para la asistencia a niños, a menores, a jóvenes, o a mujeres. En estos centros encuentran atención básica de apoyo a sus necesidades materiales y también acompañamiento humano y espiritual. 2ª semana. Educación: La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades. Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle. La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta. La Iglesia ofrece este modelo en la educación infantil, en la obligatoria, y también en la Universitaria. Alcanza la formación profesional y la educación especial. Una educación que alcanza a millones de alumnos y redunda en un beneficio para toda la sociedad. La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades. Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle. La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta. La Iglesia ofrece este modelo en la educación infantil, en la obligatoria, y también en la Universitaria. Alcanza la formación profesional y la educación especial. Una educación que alcanza a millones de alumnos y redunda en un beneficio para toda la sociedad. 3ª semana. Mayores: Los mayores son un tesoro. En cada familia y para toda la sociedad. Son un tesoro de experiencia y sabiduría, de inteligencia y también de empatía. Y tienen la facilidad de saber contar y la virtud de saber esperar. En su relación con los adultos, con los jóvenes y con los niños son un apoyo imprescindible, porque su tiempo, entregado a la escucha, al consejo, al cuidado, es un tiempo de calidad y de cantidad. Al encontrarse con los ancianos, todos escuchamos una llamada a custodiar la memoria y a reconocer, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con los mayores ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Además, la Iglesia quiere ensalzar el protagonismo que tienen los mayores en su actividad diaria. De hecho, buena parte de su misión en las parroquias y en otras obras eclesiales se sostiene gracias a ellos, que participan en la actividad educativa, celebrativa o caritativa de la Iglesia. También la Iglesia siente con ellos una responsabilidad. Cuando su vitalidad se agota y esta sociedad los entrega a la soledad y al descarte, la Iglesia les ofrece acogida y una experiencia de acompañamiento en todas sus circunstancias. 4ª semana. Inclusión laboral: Techo, tierra, trabajo. En estas palabras están recogidos los elementos básicos para desarrollar la dignidad humana. Uno de ellos, el trabajo, presenta en nuestro contexto dificultades graves por la situación económica que atraviesan muchas personas. El papa Francisco nos recuerda que para que la persona pueda desarrollarse en su integridad debe tener un trabajo, con un salario digno, que le permita vivir en sociedad y crear una familia cuidando y atendiendo sus necesidades. El trabajo es una necesidad vital, no solo para vivir con dignidad, sino para desarrollar la propia humanidad en su plenitud. Por ello la Iglesia ofrece, a través de innumerables entidades vinculadas a su labor, programas de inclusión laboral que permitan la capacitación de personas en situación vulnerable. Educar, formar, y acompañar son los pasos a seguir. Ya en ese proceso formativo, muchas personas recuperan la dignidad, la capacidad de relacionarse, y de plantearse objetivos vitales grandes. 5ª semana. Sin hogar: En toda ciudad, en cada barrio, en las calles podemos encontrar personas sin hogar. Más que una opción personal, un cúmulo de circunstancias que se reflejan en problemas familiares, laborales o de salud les han llevado a una situación que nadie desea: Vivir en la calle. Estas personas sin hogar viven desvinculadas de la sociedad, en un aislamiento que les hace invisibles y sin posibilidades de salir del círculo de la pobreza. Hay miles de personas sin hogar en toda España. Es una realidad traumática y dolorosa. Cercana pero que hacemos invisible. La Iglesia sale a su encuentro para que recuperen su vínculo con la sociedad, con el entorno, con la esperanza. Se trata de visitarlas, acompañarlas, poner a su alcance recursos, ofrecerles lugares donde ser escuchadas, compartir la vida y recibir las herramientas personales que les abran a un nuevo futuro. Se trata de poderles ofrecer recursos y habilidades que no estigmaticen sino que ponga en sus manos nuevas oportunidades. Vivir conectados nos salva, porque todas las personas, en algún momento, necesitamos de lo demás. La actividad de Cáritas y de otras instituciones eclesiales con las personas sin hogar se pone de manifiesto en centros de formación y de acogida. Se busca para ellos lo que ellos ya no piden: protección social, sanitaria y legal, para que las personas vulneradas puedan restaurar la confianza en sus posibilidades, en su esfuerzo y capacidad de superación. Toda la Iglesia, cada persona, comunidad, familia puede y debe formar parte de una red de solidaridad apoyada en el Evangelio y al servicio de las personas más desfavorecidas. 6ª semana. Salud Mental: Una de las preocupaciones de nuestro tiempo está ligada con la salud mental. Los índices de personas atendidas en consultas psiquiátricas, de diagnósticos en edades muy tempranas, de suicidios… hacen pensar que las heridas del tiempo en que vivimos hacen mella en nuestra cabeza. Entre las causas, el ritmo de vida que se nos exige o que nos hemos autoimpuesto, la pérdida de horizonte de sentido, el empujón de las redes sociales para alcanzar el éxito, la belleza, la buena imagen llevan a muchas personas a una carrera alocada por alcanzar unas metas que no son ni importantes ni imprescindible y que generan una gran tensión interior. Además, esa tensión se afronta en muchas ocasiones en soledad. La desestructuración familiar, la pérdida de relaciones y de valores, las amistades líquidas que vienen y van no generan esa red de apoyo, de confianza que permiten afrontar las dificultades con serenidad. La Iglesia busca atender las consecuencias que para la salud mental tienen todas esas circunstancias. En sus centros para la atención a las personas que padecen sufrimiento psicológico y emocional, las acoge y acompaña y lo hacen con el modelo de entrega y amor de Jesús de Nazaret. Pero la Iglesia, también, trabaja en las causas. Crea comunidades de vidas en donde todos tengan nombre, historia, sentido. Busca crear comunidades acogedoras que ofrezcan un horizonte vital de crecimiento en el que la vida tenga sentido. 7ª semana. Pastoral Penitenciaria: El mundo de las prisiones es pequeño, con dificultades, pero también con esperanza. En él, la Iglesia se hace presente para acompañar y anunciar un futuro con libertad. Ellos no son distintos de nosotros. Nadie está libre de no acabar en prisión. Pero hay personas que ya nacen en entornos donde la violencia, la marginación, la prostitución, o la droga es su realidad. Quienes viven en la cárcel no necesitan más juicios. Necesitan más ayuda, más compañía, más cercanía. Necesitan la buena noticia, que se hace visible cada semana con centenares de voluntarios, sacerdotes y laicos. Ellos también entran en la cárcel, pero para llevar la gran esperanza que trae Jesucristo de la liberación del pecado y de la muerte . Y también están en el momento de volver a la calle, para ofrecer caminos de acogida, de inserción y de acceso al mundo laboral. Este compromiso de la Iglesia brota desde sus orígenes con un mandato explícito del Señor: “Estuve enfermo o en la cárcel y me visitasteis”. 8ª semana. Migrantes: De cada cinco personas que vivimos en España, una ha venido de fuera. Ellos, los migrantes, han transformado la sociedad española, y por tanto, también nuestras diócesis, parroquias y comunidades eclesiales. La gran mayoría lleva más de diez años con nosotros y se encuentra fuertemente arraigada en nuestro país. Incorporándose a nuestro esfuerzo, suman una aportación valiosa y necesaria de la que dependemos. Pero este arraigo en nuestra sociedad y su contribución no siempre se corresponde con una equiparación socioeconómica como la obtenida por la población autóctona. Las personas migradas sufren mayores índices de desempleo o subempleo, acceden con más trabas a las políticas sociales y sufren mayor vulnerabilidad social. Sin embargo, una mirada creyente permite acoger la valiosa contribución de las personas migradas a nuestra sociedad y a nuestra Iglesia: aportan su trabajo para el desarrollo de nuestro país. Nos enriquecen como personas por su alegría, perseverancia, austeridad. Nos refrescan la presencia de Dios despertando en nosotros el ansia de justicia, caridad y paz que hay en el corazón de todo ser humano. Ellos favorecen al crecimiento de la comunidad: en el encuentro con ellos se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente. La migración supone para la Iglesia un desafío particular: a cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. 9ª semana. Jóvenes: La juventud es el presente y el futuro de la Iglesia. Los jóvenes aportan su energía, pasión y esperanza a cada comunidad eclesial. La Iglesia les ofrece un lugar donde pueden encontrar paz, propósito, misión, sentido. Donde pueden ser ellos mismos. Donde pueden crecer en la fe. Donde pueden crear vínculos de amistad para recorrer juntos su camino espiritual. Ofrece una variedad de actividades y programas: desde retiros espirituales y grupos de estudio bíblico, hasta oportunidades de voluntariado, dimensiones de caridad que permiten dar y recibir. Pero esto es solo el comienzo. La Iglesia puede hacer más, brindando formación, acompañamiento espiritual y creando espacios seguros donde los jóvenes puedan expresar sus inquietudes y sueños. La Iglesia invita a todos los jóvenes a ser parte activa de la comunidad. Su voz, sus ideas y su fe son vitales. Los jóvenes tienen que ser protagonistas para construir juntos una Iglesia viva y llena de esperanza para el mundo. 10ª semana. Patrimonio: La misión evangelizadora de la Iglesia tiene una presencia secular en el arte: cuadros, retablos, imágenes y edificios han servido durante siglos para expresar la fe de la Iglesia y difundirla en las situaciones históricas más diversas. También hoy, en medio de una sociedad que oculta a Dios o, sencillamente, lo desconoce, la Iglesia propone el camino de la belleza como espacio privilegiado para el encuentro con Dios y con su Iglesia. Esa belleza, que se actualiza en cada momento histórico, se ha hecho cultura también a través de la literatura, el teatro o la música. La importante presencia de la Iglesia en el amplio patrimonio cultural de nuestro país supone una fuente inmensa de riqueza y valor para toda la sociedad. El patrimonio cultural tiene una finalidad litúrgica, evangelizadora y pastoral. Pero al mismo tiempo, está abierto al estudio y a la contemplación de la sociedad. Por eso la Iglesia lo pone a disposición de todos. Conocer las raíces de nuestra civilización y los elementos que le han dado continuidad en el tiempo es una responsabilidad para los cristianos y su conservación lo es para toda la Iglesia. El cuidado de cada comunidad cristiana por este patrimonio, que presenta una grandeza material e inmaterial, es expresión del cuidado de la Iglesia por la difusión de la fe en nuestro tiempo. 10ª semana. Vida Contemplativa: Vivimos un mundo lleno de ruido. Gente que corre de un lugar para otro, siempre con prisas, siempre tarde. Pero en este mundo, también existe un lugar donde la paz y el silencio son una forma de vida.Los monasterios de clausura, hogar de monjas y monjes contemplativos, son espacios privilegiados para la oración y la reflexión. Estos hombres y mujeres dedican sus vidas a la contemplación del rostro de Dios, pasando gran parte de su tiempo en oración, meditación y estudio. Además de sus oraciones, su labor diaria incluye el trabajo manual, que realizan con amor y dedicación, ofreciendo cada tarea como una forma de servicio a Dios y al lugar en el que viven. Su vida está marcada por la simplicidad y la entrega generosa a Dios, renunciando a las distracciones del mundo exterior para centrarse en su relación con Él. A través de la lectura espiritual y la escritura, enriquecen su fe y comparten su sabiduría con el resto del mundo. Su existencia, aunque silenciosa y apartada, es un faro de luz y esperanza. Sus oraciones diarias son un punto de apoyo fundamental para la misión de la Iglesia y de los cristianos. En la quietud de sus monasterios, los monjes y monjas de clausura interceden por el mundo, ofreciendo cada momento de su día como un acto de amor y servicio a Dios y a toda la humanidad. En su retiro, encuentran la paz verdadera y nos recuerdan que, en el silencio, también se escucha la voz de Dios. La Vida contemplativa, un regalo de Dios para la Iglesia y para el mundo. 12ª semana. Adicciones: Las adicciones son un problema creciente que afecta a millones de personas en todo el mundo. Estas pueden tomar muchas formas: desde sustancias como el alcohol y las drogas, hasta comportamientos como el juego, la pornografía o el uso excesivo de tecnología. Las consecuencias pueden ser devastadoras. Afectan a quienes sufren la adicción, pero también de manera directa a sus familias, a sus amigos, a sus compañeros, al trabajo que realizan. La Iglesia Católica considera las adicciones una anulación de la libertad y por tanto de la dignidad humana y ofrece caminos para la prevención y el apoyo a quienes se enfrentan a este desafío. Para prevenir su aparición, a través de programas de educación, la Iglesia promueve la conciencia sobre los peligros de las adicciones, enseñando a las personas a tomar decisiones conscientes y responsables, coherentes con su dignidad. Cuando el problema está ya presente, la cercanía de la comunidad cristiana es esencial. La Iglesia ofrece grupos de apoyo, consejo y acompañamiento espiritual, ayudando a las personas a encontrar esperanza y fuerza en su fe. Este servicio de la Iglesia no solo se dirige a la recuperación física, sino también en la salud emocional y a la asistencia espiritual, que pueda promover una liberación definitiva de la adicción. Las adicciones pueden ser superadas, y la Iglesia Católica está en ello, a través de personas e instituciones, para caminar en cada paso del camino.